RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

jueves, 31 de agosto de 2017

Chile. Una justicia merecida (A la memoria de Andrea Mazzo y todas nuestras jóvenes asesinadas)

Por Camila Álamos Mubarak, Primera Línea




Desde mi casa veo el Hospital San Juan de Dios, y si camino unas cuadras por Matucana sé que voy a encontrarme con la fachada del Liceo Emilia Toro de Balmaceda, por estos días, llena de globos bancos y velas derretidas, de carteles exigiendo justicia para Andrea Mazzo, la joven de quince años que murió luego de pasar varios días internada y en coma. Nos gustaría pensar que en la edad de la intensidad una joven debiese dedicarse únicamente a perseguir sus sueños, a reírse, a ser plena. Dicen que no hay edad como los quince, que son la primavera del primer amor, que son las carcajadas con las amistades, el comienzo del descubrirse a sí misma. Lo que no nos dicen, es que a esa edad la sociedad nos comienza a exigir que seamos mujeres al estilo del patriarcado, nos venden ropa a la moda y maquillaje, nos enfrentamos al imperativo de tener que ser “bonitas” para encajar, para que algún varón nos tenga en la mira como objeto de su deseo.
Todas -en cierta medida- pasamos por eso. Nos guste o no, crecimos con complejos bajo la premisa de ser aceptadas, y aunque hoy nos posicionemos con determinación en su contra, los cargamos a diario en nuestra batalla por des- aprehender. En la televisión vimos que si nos poníamos ropa que resaltara nuestros cuerpos juveniles, nos iban a mirar más, y nos enseñaron que eso estaba bien, aunque en el fondo nos diera miedo y nos hiciera sentir incómodas. Lo hacíamos, porque era “lo propio” de tener quince años. Recurríamos a la mentira piadosa en el hogar, para acceder a unas horas más fuera de él, para conversar con los amigos en la plaza, para conocer a los del liceo técnico más cercano. Lo hacíamos con la ingenuidad y el entusiasmo propio de la edad, lo hacíamos, unas más que otras, con distintos matices, algunas más atrevidas, con el jumper más o menos corto, con el mechón teñido de jugo Yupi, con el Belmont light en la mano y la colonia Natalie siempre en la mochila, para neutralizar el olor a Manquehuito de los viernes.
Sin conciencia de todo ello, sin sospechar de la existencia estructural del patriarcado que nos oprimía desde temprana edad, pensábamos en muchas cosas, menos en la posibilidad de morir. Un accidente le puede ocurrir a cualquiera ¿verdad?, eso es algo que sabes desde que te enseñan a caminar y te frenan en las esquinas, desde que te dicen “mira para ambos lados”, “afírmate bien en la escalera”, y el largo etcétera de la precaución en la infancia. Lo que una no pensaba era que relacionarse con un otro podría llevarnos a la muerte, porque a los quince años se confía casi a ciegas y no se teme a malas intenciones. Una no pensaría que el chiquillo con el que se va a juntar puede tener 2 denuncias previas por violación y abuso sexual a menores de edad ¿por qué andaría libre por la ciudad un sujeto con tales antecedentes? Pero a Andrea le pasó: entró a Facebook y quedó de juntarse con Steve Sánchez, que le había dicho tener 17 años cuando en realidad, tenía 21. No se conocían presencialmente, pero lo harían esa tarde. Sin embargo, Sánchez engañó a Andrea para que llegara hasta su casa, ahí la drogó y la violó hasta provocarle las lesiones que la dejarían internada de gravedad, luego en coma, y finalmente muerta.
¿Con qué derecho?, me pregunto, y nos preguntamos muchas. Podría teorizar, citar autoras, autores, revisar cifras, pero hoy no quiero. Hoy sólo quiero tratar de entender con qué derecho alguien toma el cuerpo de una joven para hacer con ella lo que se le ocurra, para saciar instintos sin contemplación alguna de la existencia de una mujer, de un ser humano. Con qué derecho se omite por completo la voluntad de una persona, cuánto odio es necesario para invalidar el conocimiento de alguien por medio de drogas que la vuelven vulnerable para así pensar “ahora puedo hacerle lo que quiera, no se puede defender”. Y dicen que el odio lo tenemos nosotras, las feministas. Y nos culpan por sentir tanta rabia, se burlan por nuestros intentos diarios de desnaturalizar la violencia hacia las mujeres.
Pero ¿qué esperan? Si nos arrebatan la vida y los sueños, la sonrisa y la paz, si no podemos caminar tranquilas, si nos juzgan por lo que vestimos o decimos, si nos tratan como seres humanos de segunda categoría, si afirman que somos el sexo débil, si nos quieren encerradas limpiando, si son capaces de pagar por explotar sexualmente a una mujer, si desde niñas nos quieren hacer “princesas” para que seamos bellas e inútiles a nosotras mismas, pero serviles al trabajo doméstico y a sus “necesidades” de hombre, por las cuales algunos están dispuestos a forcejear hasta la muerte. No nos pueden culpar por sentir rabia y dolor, y a nosotras, no nos puede confundir ese cuestionamiento que nos quiere hacer ver “exageradas”. ¿Qué nos queda?, organizar la rabia, hacernos fuertes y luchar con la convicción de que nuestras batallas del día a día, no son más que la exigencia de una justicia merecida.
www.primeralineaprensa.cl/index.php/2017/08/28/cronica-una-justicia-merecida-a-la-memoria-de-andrea-mazzo-y-todas-nuestras-jovenes-asesinadas/

Machismo impune & Juana Rivas Juana y Juan

Machismo impune & Juana Rivas
Juana y Juan

Miguel Lorente Acosta
www.miguelorenteautopsia.wordpress.com

En el caso de Juana Rivas, como en otros muchos casos de este tipo que no salen a la luz, no repudiamos y ni condenamos como sociedad al padre y su machismo que es el que ha causado esta situación y, sin embargo, condenamos y exigimos a Juana y a sus hijxs a cumplir leyes que violentan su vida diaria.
Seguimos interpretando la realidad social desde una mirada machista y patriarcal y lo más grave, es que el derecho también tiene esta mirada machista y patriarcal.

El machismo siempre es muy gráfico en sus juicios, de hecho gran parte de su capacidad se basa en los prejuicios creados con su cultura, los cuales anticipan la realidad deseada para garantizar el resultado. Por eso sabemos que Juana Rivas está condenada desde el primer día, lo vemos a diario cuando desde el machismo ya la consideran autora de cualquier delito que se le pueda imputar sin necesidad de que haya sentencia alguna ni presunción de inocencia que la ampare. Juana ya es culpable de “sustracción de menores”, “secuestro”, “obstrucción a la Justicia”, “denuncia falsa”… y no sé de cuantas cosas más.

De todo ello se encarga el machismo y sus secuaces en una sociedad que interpreta la realidad sobre las referencias, los mitos y los estereotipos que crea el machismo, y que luego lleva hasta un Derecho que no tiene prisa en adaptarse a las nuevas circunstancias sociales, ni en lo formal ni en su espíritu. Por eso los mismos machistas que no se cansan de afirmar que los hombres no tienen presunción de inocencia ante una denuncia por violencia de género, aunque en la práctica sólo condenen al 5% de todos los maltratadores que existen en España, tal y como explicamos en “Machismo impune”, y que niega la violencia que ejercen los hombres incluso cuando hay sentencia condenatoria, son los que ya han condenado a Juana Rivas sin necesidad de probar nada ni sentencia alguna. Lo dicen ellos y basta.

El contexto de significado que crea el machismo hace que Juana Rivas sea considerada como una mala madre y una mujer perversa por intentar alejar a sus hijos de un padre maltratador, y que su exmarido, Francesco Arcuri, condenado por violencia de género y vuelto a denunciar en el presente por la misma razón, sea un buen padre sin necesidad de investigar nada, pues se parte de la base de que Juana está dispuesta a utilizar e instrumentalizar cualquier cosa y a todo el mundo con tal de conseguir su objetivo, que para ellos no es otro que “quitarle los hijos a su padre”.

Todo lo que se diga desde la autoridad de la palabra del machismo resulta creíble, aunque sea contradictorio. Y aunque el peso de su palabra es lo suficientemente elevado como para convertirlas en verdades, para evitar conflictos el machismo habitualmente recurre a los estereotipos que él mismo ha creado sobre las mujeres y la violencia de género para demostrar que lo que dice es cierto y verdadero. Entre las falacias del caso de Juana Rivas que han montado a lomos de los estereotipos y mitos, nos encontramos los siguientes: . Juana Rivas ha interpuesto una denuncia falsa para “beneficiarse”. Ante esta afirmación nos hacemos la pregunta de cuál es el beneficio que puede obtener Juana con esa conducta, puesto que de una manera u otra ella tendría también la custodia tras la separación.

Si ella tendría la custodia, al final la conclusión es sencilla, y quienes afirman que ha denunciado falsamente a su exmarido presentan el “beneficio” de Juana en el daño que pueda hacerle al padre quitándole los hijos. Nunca piensan que el beneficio podría ser separar a unos hijos de un contexto de violencia, y todo ello porque la situación se analiza bajo el mito de la perversidad y maldad de las mujeres. . No hay violencia porque “Juana volvió con su marido tras la condena por maltrato”.

Una afirmación de este tipo demuestra un gran desconocimiento de la violencia de género y del impacto psicológico que produce en las mujeres que la sufren. Un daño que facilita el regreso con el agresor, y dentro del cual puede producirse un embarazo, puesto que tal y como recoge la OMS, entre otros factores que pueden dar lugar al embarazo, en el 45% de los casos de violencia de género se producen agresiones sexuales por parte del agresores, que obligan a las víctimas a mantener relaciones sexuales cuando ellos deciden y como ellos quieren.

Los juzgados en España están llenos de diligencias por el reinicio de relaciones tras una sentencia condenatoria, algunas incluso con orden de alejamiento en vigor, y en muchos casos el homicidio se ha producido tras ese reinicio de la convivencia. ¿Tampoco existía violencia en esos casos? . También dicen que no había violencia porque “no denunció antes”, otro ejemplo manifiesto del gran desconocimiento de la dinámica de la violencia de género, que aísla a las mujeres que la sufren, las hace sentirse culpables, y las atrapa en la propia relación violenta.

La situación es tan grave que a pesar de los 60 homicidios anuales sólo se denuncian alrededor del 75-80% de los casos, y muchas mujeres permanecen en la relación sin interponer denuncia alguna en situaciones de violencia tan graves que terminan en el asesinato, como sucedió en el 76% de los homicidios de 2016. . Niegan la violencia por la conducta y actitud de Juana, y no se cortan en juzgar sus decisiones y su vestimenta, cuestionándola porque aparece “arreglada y maquillada”…

Resulta difícil entender que tras tantos años volvamos a los argumentos que dieron ante la denuncia de Carmina Ordoñez, cuando el juez dijo que no tenía “perfil” de mujer maltratada, o como aquel otro juez de Barcelona. , que entre los argumentos que utilizó para negar la existencia de violencia dijo que la víctima se presentó en el juicio (¡dos años después de los hechos!), “vestida a la moda” . La imagen estereotipada de las mujeres maltratadas aún prevalece sobre la realidad. Por lo visto las ojeras de Juana, sus lágrimas y sus palabras entrecortadas no cuentan, pues para el machismo forman parte de las armas y la mentira perversa de las mujeres.

De todas formas, si hubiera aparecido sin arreglar y maquillar dirían que es una manipuladora y que lo hizo para dar lástima “porque sabe que no tiene razón”. Y todos estos elementos influyen en la sociedad y en quien aplica el Derecho, pues forman parte de esa misma sociedad que el machismo ha hecho normal. Lo hemos visto en algunas de las frases recogidas en las resoluciones judiciales que se han dictado estos días. Quizás por ello el Derecho no tenga prisa en cambiar y dejar atrás aquellas referencias que se vuelven en contra de quien sufre la violencia de género.

Es lo que ha sucedido en el acuerdo sobre el “Pacto de Estado contra la violencia de género”, donde no se ha incluido impedir que se aplique en estos casos el artículo 416 LECrim, un artículo del siglo XIX que no tiene sentido alguno en la violencia de género y que, sin embargo, se mantiene a pesar del grave daño que produce en las mujeres al facilitar que no declaren contra su agresor y que se archiven los casos. Y también tenemos esa falta de voluntad en adaptar el Derecho a la realidad cuando se mantiene sin modificar el Convenio de La Haya, que obliga a la restitución de los menores a su país de residencia.

Un convenio de 1980, cuando la violencia de género era ignorada a nivel institucional, que se aplica de manera automática 37 años más tarde sin tener en cuenta las circunstancias del momento actual, y sin considerar el espíritu del propio Convenio cuando habla de que no se aplique en caso de riesgo para los menores. Claro, que cuando la violencia de género no se ve como riesgo no hay por qué dejar de aplicarlo. Todo esto ocurre por tomar como referencia a los hombres y a lo que ellos han considerado justo para organizar la convivencia y resolver los conflictos.

Si en lugar de esa visión masculina existiera una mirada desde la Igualdad, en el caso de Juana Rivas lo primero que se haría sería investigar a fondo los hechos denunciados por la madre, no verla como una persona interesada dispuesta a denunciar al padre para hacerle todo el daño posible. Y lo segundo sería tomar las decisiones sobre el resultado de esa investigación, no decidir no hacerla porque si se hace significaría “entrar en el juego de esa mala mujer”.

Por eso el machismo, en lugar de facilitar ese tipo de decisiones que deberían aclarar la verdad, las intenta evitar para que no quede de manifiesto toda la estrategia levantada sobre los mitos, los estereotipos y sus prejuicios con sentencia condenatoria. Por eso avivan la llama contra Juana y dicen eso de “si Juana fuera Juan ya estaría en la cárcel”, y de ese modo intentar poner de manifiesto que el Derecho en realidad va contra los hombres, y potenciar su mensaje de victimismo para que se compense con una “sentencia ejemplar” contra Juana.

El ejemplo más claro de esta diferente forma de interpretar y dar significado a la realidad nos lo ha traído la actualidad. El pasado día 23-8-17 un hombre asesinó a su suegra en Galicia y se llevó a un hijo de 21 meses, dejando al otro. Nadie habla de maldad, ni de la perversidad de ese hombre ni de otros muchos maltratadores que cada año rompen la vida de sus hijos e hijas con la violencia de género (840.000 cada año según la Macroencuesta, 2011), y que en este 2017 ya han asesinado a 6 hijos e hijas. Juana debe ser muy mala por querer apartar a sus hijos de su padre maltratador, Juan, ese hombre que maltrata a diario y que incluso llega a matar a sus hijos, es un buen padre.

Es lo que nos dice el machismo.



(Foto de Juana Rivas obtenida de la fuente del artículo)



Fuente:https://miguelorenteautopsia.wordpress.com/2017/08/25/juana-y-juan/ 

miércoles, 30 de agosto de 2017

Argentina y la falta de perspectiva de género




En Argentina, cada 10 días asesinan a una adolescente a causa de violencia de género. Las cifras son claras. La violencia de género se está cobrando vidas en el país y cada vez son más los femicidios que angustian a una sociedad que lucha por los derechos de las mujeres.
Anahí Benítez tenía 16 años. Un sábado, salió de su casa con intención de llegar a un parque, pero nunca más volvió. Apareció muerta el viernes, en una reserva ecológica en la reserva de Santa Catalina de Llavallol, partido de Lomas de Zamora, Argentina. Esos son los únicos datos que importan. Una adolescente, aparece muerta, tras días eternos y angustiantes para su familia y amigos, que la buscaban con la esperanza de que Anahí no fuera una de las tantas chicas que mueren en el país a causa de la violencia de género.
Según los últimos datos presentados por el Observatorio de Femicidios en Argentina, Adriana Marisel Zambrano de la asociación civil La Casa del Encuentro, en el país cada 10 días asesinan a una adolescente a causa de la violencia de género. Un total de 329 adolescentes de entre 16 y 21 años, perdieron la vida en los últimos nueve años en Argentina.
Las cifras son claras. La violencia de género se está cobrando vidas en el país y cada vez son más los femicidios que angustian a una sociedad que lucha por los derechos de las mujeres. Al grito de ‘Ni Una Menos’ y ‘Vivas nos queremos’, el pueblo argentino salió a las calles en reiteradas ocasiones para reclamar políticas que se ajusten a la realidad de un país donde el sexo determina el futuro de una persona.
Las movilizaciones no pasaron desapercibidas. Gracias a la primera marcha convocada en junio del 2015, la Corte Suprema de Justicia de la Nación se dispuso a crear un registro oficial de femicidios. Hasta ese momento, las cifras que se conocían, eran las difundidas por La Casa del Encuentro que presentaba sus propias estimaciones en base a un exhaustivo relevo de las noticias que salían en medios de comunicación. Además, luego de la primera marcha, se presentó un proyecto de ley que fue finalmente sancionado en noviembre de ese año, para la creación del Cuerpo de Abogadas y Abogados para Víctimas de Violencia de Género.
Esos fueron los dos grandes logros de la movilización, aunque sin dudas, el mayor fue la visibilización de una problemática que está instaurada en la sociedad argentina. Pasaron dos años ya desde esa primera convocatoria frente al Congreso de la Nación Argentina y aún queda un largo camino por recorrer.
Las cifras que siguen apareciendo son alarmantes. Según los datos presentados por el Instituto de Políticas de Género “Wanda Taddei”, una mujer muere cada 18 horas en Argentina. Además, según lo informó La Casa del Encuentro, cada 18 horas, un chico se queda sin madre a causa de los femicidios. Lo que demuestra las diferentes caras que tiene esta problemática. En lo que va del 2016, 239 chicos perdieron a su madre. De esos 239 chicos, 153 son menores de edad. Las cifras sirven para representar la magnitud de una realidad que afecta a todo un país e incluso a toda la región ya que según las últimas estimaciones, se calcula que cada dos horas muere una mujer en América Latina por violencia de género.
La falta de políticas que amparen a la mujer, es sólo uno de los problemas que rodean a los femicidios, pero no el único. Si bien en el último tiempo, hubo una gran concientización sobre la violencia de género en la sociedad argentina, algunos hechos demuestran que todavía se necesita una perspectiva de género en todos los ámbitos.
Durante mucho tiempo, las cifras conocidas, se obtenían a partir del relevo de las noticias a través de los medios de comunicación. Lo que demuestra la importancia de la difusión de este tipo de noticias. Pero además, demuestra el poder de los medios sobre esta problemática. La falta de perspectiva de género en este ámbito es evidente. Cada vez que se produce un femicidio, no tardan en aparecer notas en las que se pone foco en la víctima. En algunos casos, pareciera que los medios intentan justificar al asesino. Algo que es, sin dudas, injustificable.
Crímenes pasionales, les decían antes a los femicidios. En las notas se leía “la mató por amor”. Hoy, los titulares cambiaron pero los problemas siguen estando. Los datos sobre la vida personal de las mujeres no inciden en su muerte. Si estudiaba o no, si trabajaba o no, si le gustaba salir o no, nada de eso justifica la muerte.
El caso de Anahí Benítez, es uno de los más recientes en Argentina. Días después de que apareciera su cuerpo, algunos medios difundieron información sobre la vida privada de la jóven e incluso aseguraron que la adolescente “estaba obsesionada” con uno de los sospechosos que podría haber sido el autor del crimen. Un hombre mayor de edad, que había sido su profesor. Otro medio también tituló: ‘¿Quién era realmente Anahí Benítez? Conocé datos muy íntimos de su personalidad’.
La violencia de género es una realidad. Las cifras están y deben ser esos datos los que se difundan. No debe ponerse el foco en la víctima. El problema central es que hay cada vez más mujeres que mueren por el simple hecho de ser mujeres, y eso es lo que debería destacarse.

Chile. Nueva protesta frente a los últimos feminicidios ocurridos en el país

Por Araneda Hidalgo, Resumen.cl



Hoy a las 18:00hrs se reunieron cerca de 100 personas en la plaza de Tribunales de Concepción, con el objetivo de protestar por los recientes casos de feminicidios ocurridos en el país. El pasado domingo falleció Andrea Mazzo, joven de 15 años que se encontraba desde el 22 de agosto en riesgo vital en el hospital San Juan de Dios de Santiago, luego que ingresara bajo una sobredosis de estupefacientes y con signos de haber sido violentada sexualmente. A este hecho se le suma otro caso de feminicidio registrado también el pasado domingo en la localidad de Lontué, provincia de Curicó, donde un sujeto persiguió y mató de un balazo a su ex pareja, Jacqueline del Tránsito Soto Fuentes, de 41 años, en la vía pública, frente a sus dos hijos. Al verse acorralado por la policía, se suicidó de un tiro en la cabeza.
Según cifras del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, hasta el 10 de agosto pasado se han registrado 26 feminicidios consumados en el país.
Otro hecho que ocurrió este fin de semana fue el hallazgo del cuerpo sin vida de Vania Zúñiga Latapiatt, de 27 años, en la población Nueva Patagua del sector de Miraflores Alto en Viña del Mar. Su cuerpo presentaba diversos hematomas y heridas cortopunzantes. Cabe destacar que la víctima había hecho denuncias de violencia intrafamiliar a las instituciones estatales correspondientes contra su actual pareja, sin embargo, ello no había impedido que siguiera recibiendo agresiones y amenazas, tal como lo indica en su cuenta de Facebook.
Una de las manifestantes de la protesta, Marcela Soto, se refirió a los hechos de violencia de género del que son víctima las mujeres. “La ley se queda corta frente a estos asesinatos contra la mujer. No sirve si existen órdenes de alejamiento, si se establecen medidas cautelares o de protección contra la víctima. La mujer sigue muriendo bajo las mismas circunstancias”, aseguró.
Según la legislación chilena (ley 20.480), un femicidio [como está escrito en el texto legal] es el delito que se constituye “si la víctima […] es o ha sido la cónyuge o la conviviente de su autor”. Las penas para quienes cometen feminicidio en Chile van desde los quince años y un día de cárcel hasta la cadena perpetua. Sin embargo, esta ley no establece las situaciones de violencias en las relaciones de pareja como el pololeo, ni tampoco las agresiones efectuadas por desconocidos hacia la mujer.
Un lamentable ejemplo es el de Andrea Mazzo, de 15 años, la adolescente que fue contactada por Steve Andriu Sánchez Coyazo, de 21 años, a través de Facebook. Cuando se reunieron, el victimario la habría forzado a ingerir estupefacientes para violarla, pero las drogas le provocaron el colapso. El joven ya contaba con antecedentes de agresión: una denuncia por violación de una niña de 13 años en San Felipe y, otra, por el abuso sexual de una menor de 14 años en Maipú. En ambas habría realizado el mismo modus operandi. Pese a esto el sujeto continuaba con libertad.
Junto a esto, el 22 de agosto se cumplió un año de la muerte de Macarena Valdés, de 32 años, que fue encontrada muerta por uno de sus hijos en lo que aparentaba ser un suicidio. Ella, junto a su compañero de vida, Rubén Collío, vocero de la Coordinación Newen Tranguil, eran conocidos en la zona por su fuerte oposición a la construcción de una central de paso a cargo de la empresa hidroeléctrica austriaca RP-Global y de la empresa eléctrica chilena SAESA, en territorios pertenecientes a comunidades mapuches. El día anterior, dos lugareños y trabajadores de la empresa le exigieron a la propietaria del terreno en donde reside la familia Collío – Valdés, que echara a la familia porque el werkén Collío “estaba revolucionando mucho a la gente”. Aquello fue acompañado de la advertencia, “que se cuidara, porque había gente que lo iba a agredir”. Al día siguiente su esposa fue encontrada muerta. En medio de la conmoción de la muerte de Macarena, la empresa SAESA, acompañada de carabineros de Liquiñe, y, a menos de 24 horas de ocurrido el hecho, comenzó la instalación del cableado de alta tensión afuera de la casa de los Collío – Valdés a la que tanto habían resistido.
Para Marcela Soto, la impunidad de los victimarios en estos hechos naturaliza la violencia de género. “Las mujeres cuando van a denunciar a alguna institución son derivadas a otras instituciones, ya que presentan antecedentes que no son suficientes para los organismos, razón por la que no confían en estos medios” afirmó.
resumen.cl/articulos/por-andrea-y-todas-las-que-nos-faltan-nueva-protesta-frente-a-los-ultimos-feminicidios-ocurridos-en-el-pais

Nuestra rosa roja

Movimiento obrero & socialismo colombiano


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El autor hace un homenaje a la vida de María Cano, la única mujer de Colombia y de América que ha logrado encarnar, en un momento de la historia, toda la angustia y los anhelos de un pueblo.

María de los Ángeles Cano Márquez nació el 12 de agosto de 1887 en Medellín, en la familia de Rodolfo Cano y Amelia Márquez, con cinco hermanos. Su padre era educador, su tío, Fidel Cano, fue el fundador de El Espectador, y su sobrino y amigo fue el emblemático cronista Luis Tejada. El contexto familiar era espiritista en lo religioso, severo en lo educativo e imbuido de ideas políticas y de un ambiente cultural, en que lecturas y tertulias eran frecuentes, con asistencia de intelectuales como Efe Gómez, Abel Farina, Miguel Agudelo, Horacio Franco y Antonio J. Cano.

La familia era de la estirpe del radicalismo liberal y frecuentaban a Victor Hugo, Lamartine y a filósofos de la ilustración francesa. Perteneciente a esta familia de modesta clase media, María Cano fue hija de su tiempo y de su sociedad, que encontraron en su espíritu inquieto y versátil una disposición abierta a comprometerse en el mar bravío de las contradicciones de época. Algunos hitos a señalar explican el desarrollo de esta maravillosa mujer y líder política de los trabajadores. Su vida se inicia con el triunfo de la Regeneración, la Constitución de 1886 y el Concordato de 1887. Un período de contrarreforma, intolerancia y persecución a los radicales y disidentes, con la dictadura del sable y la sotana.

Lejos estuvieron la paz y el sosiego prometidos por los arquitectos del nuevo régimen: Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro, dado que se dieron dos guerras civiles, la de 1885 y la “guerra larga”, la de los Mil Días, prólogo a la pérdida de Panamá en 1903. En el contexto internacional se destacan la revolución mexicana y la epopeya de Sandino en Nicaragua contra la intervención norteamericana, con el auge del nacionalismo antiimperialista en el continente. Se buscó oponerse al proceso de extensión del capitalismo bajo los nuevos bríos de Estados Unidos.

La Primera Guerra Mundial y sobre todo la revolución soviética de 1917 ejercieron una influencia decisiva sobre las aspiraciones de los trabajadores a escala internacional. La influencia de Luis Tejada en la evolución política de María Cano hacia el socialismo fue decisiva, con obras como Gotas de tinta y el Libro de crónicas. Se destacan su Oración para que no muera Lenin y un artículo sobre León Trotsky en 1923. Su producción estimuló la influencia de la Revolución de Octubre. La lucha se desató en los años veinte con inusitado brío, apareciendo la cuestión social en la conciencia y el debate de los proletarios. Se estaba sacudiendo la república conservadora, conformándose un propósito de autonomía e independencia de los trabajadores.

La década la inauguró la huelga de tres mil mujeres en la empresa textil Fabricato en Medellín, desde el 14 de febrero hasta el 4 de marzo de 1920. Su dirigente fue la “valiente obrera” Betsabé Espinosa. Esta huelga impactó a María Cano, le abrió los ojos y alertó su conciencia sobre las luchas de las mujeres de abajo. La influencia de Jorge Enrique Rodó y de José Vasconcelos moldeó el imaginario intelectual de América Latina. A lo que se suma la presencia poética de Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourou y Delmira Agostini, que van a calar decididamente en la vocación de Cano, quien formó parte de la revista Cyrano y luego se vinculó al Correo Liberal de Antioquia.

Su interés cultural la llevó a frecuentar la Biblioteca Departamental, donde se convirtió en la lectora de los trabajadores que acudían a escucharla, cada vez en forma más nutrida. De allí pasó a ser invitada a los barrios obreros de Medellín y luego a Remedios y Segovia por los trabajadores de las minas de oro. Con esta decisiva relación, comienza su praxis en las luchas populares. Se la distinguió como Flor del Trabajo en Medellín, destacándose su discurso por las libertades y contra la pena de muerte en 1925, al lado del expresidente Carlos E. Restrepo.

Asistió al Tercer Congreso Obrero Nacional como figura central el 21 de noviembre de 1926, realizado en Bogotá, del cual surgió una comisión para buscar la libertad del líder indígena Quintín Lame y del italiano Vicente Adamo, dirigente en Montería. María Cano presidió una caudalosa manifestación popular y pronunció un encendido discurso contra la patronal, el Estado y las compañías extranjeras. La escuchó el ministro de Gobierno, Jorge Vélez, quien eludió responder sobre los asuntos vitales planteados.

El discurso y la manifestación la muestran como una figura nacional de gran madurez, una líder política, espléndida figura humana, fina, bella, culta y bravía. Ya no era la Flor del Trabajo, lo era de la revolución, la Rosa Roja. Popularmente se la denominó como la Virgen Roja, un culto a su personalidad por su dedicación abnegada a las gentes del común. Su compañero de luchas y de vida, Ignacio Torres Giraldo, la describió así: “María Cano, estampa de andaluza, menudita y vibrante, tenía voz de contralto y actitud arrogante en la tribuna. Su extraordinaria facilidad de palabra y su amplia cultura le permitían enriquecer sus discursos de matices brillantes y elocuentes de contenido”.

La participación de María Cano en el Partido Socialista Revolucionario (PSR), su apoyo a las huelgas del proletariado minero, petrolero, del banano, de los ferrocarriles, del río Magdalena y a los indígenas, proyectaron su carismática y audaz personalidad al corazón y mente de miles de trabajadores, contribuyendo con su acción a poner en jaque a la república conservadora. La verdad histórica es que la acción y el verbo de María Cano resultaron claves para el ocaso de dicha república.

Quien entendió bien el impacto del socialismo revolucionario fue Alfonso López Pumarejo, quien en carta a Nemesio Camacho (abril 25 de 1928), miembro de la dirección liberal, escribió: “María Cano nos ha colocado, a usted y a mí, como a los otros liberales de Colombia […] en una posición muy desairada. Confesémoslo, cándidamente. Nosotros los liberales jamás nos hubiéramos atrevido a llevar al alma del pueblo la inconformidad con la miseria.

Nos habríamos sentido hasta cierto punto culpables de la embrutecedora monotonía de su vivir aprisionado y habríamos considerado contrario a los intereses de nuestra clase enseñarles los caminos de la independencia económica, política y social”. María Cano tuvo un fuerte acento feminista, que se expresó en su convocatoria por la emancipación de las mujeres en todas las esferas de la vida social y cultural.

Era afirmativa en sus llamamientos a ellas para la lucha. Ante una junta obrera, el 24 de julio de 1924, dijo: “Amigas, hermanas mías… Jamás os hablaré de resignación. Esto es apocamiento, esto es cobardía”. En carta al secretario del Partido Comunista, Guillermo Hernández Rodríguez, en septiembre de 1930, rechazó las calumnias en contra suya y de sus compañeros Uribe Márquez y Torres Giraldo. Con dignidad le señala: “Entre nosotros se tiene por norma que la mujer no tiene criterio propio y que siempre obra por acto reflejo del cura, del padre o del amigo. Creo haber educado mi criterio lo suficiente para orientarme”.

En la manifestación a favor de los presos políticos de Barranca, en julio de 1925, exclamó con contundencia: “Soy mujer y en mi entraña tiembla el dolor, al pensar que pudiera concebir un hijo que sería esclavo. Soy mujer y mi sangre se agita altiva al sentir el ultraje…”. Tuvo el coraje de convivir en su casa con Torres Giraldo, quien además era casado y tenía un hijo, Eddy Torres, el cual se convirtió en el favorito de ella. A María Cano la acompañaron una pléyade de mujeres, como Enriqueta Jiménez Gaitán, Elvira Medina, Bertilda Forero, Clara Isabel Clavijo, Soledad Herrera, Carlota Rúa, Magdalena Soler, Carlina Mancera, Leonilde Riaño y Segunda Rentería, y las escritoras Julia Ruiz –esposa de Biófilo Panclasta–, María Eastman y Fita Uribe. Su última jornada pública, a mediados de 1934, fue en su escenario favorito: las calles en Medellín, portando la bandera de los huelguistas del Ferrocarril de Antioquia.

La acompañaba nadie menos que Manuel Marulanda Vélez, dirigente obrero del socialismo revolucionario. Con el cambio de régimen y la decisiva transformación del Partido Socialista Revolucionario en partido comunista, se dio la persecución a María Cano y a otros sectores partidarios. Había comenzado su ocaso político y su marchitamiento personal. No obstante, dejó un testimonio en sus Cartas políticas, donde analiza la crisis del socialismo y se opone con lucidez y valor a las medidas sectarias de la dirección comunista.

En estas cartas están de manifiesto sus posturas de adhesión a la Internacional, al marxismo y por la independencia de los trabajadores del bipartidismo liberal-conservador. María Cano no aceptó realizar autocríticas liquidadoras de su protagonismo y el de sus compañeros. Esos documentos quedan como una pieza acusatoria frente a los métodos y desfiguraciones del comunismo burocrático. A mi juicio, constituyen su verdadero testamento político.

Con la acción de masas beligerante y sistemática, recorriendo el país de cabo a rabo, su personalidad adquirió gran brillo y jerarquía simbólica, en medio de destacados líderes como Uribe Márquez (el “Tío Tom”), Mahecha y Torres Giraldo. Era una aguerrida combatiente por el socialismo y las libertades. Las famosas giras políticas, la prisión de siete meses en 1929 por haber combatido la liberticida Ley Heroica, la estigmatización de las clases poderosas, y su reconocimiento y liderazgo entre las mayorías nacionales, transcurren con intensidad durante siete años. Antes fueron el periodismo y la literatura, recopilados sus textos por Miguel Escobar Calle en 1985, con el título de Escritos. Llama su atención la prosa lírica modernista, que otros autores consideran que son poemas de importante validez estética.

Así elogió Luis Tejada, el 12 de febrero de 1924, estos textos: “Es una sensibilidad fina y audaz del tipo de Juana de Ibarbourou, pero María Cano tiene sin duda un sentido todavía más vivo y más intenso del color y de la forma y una mayor y más extraña esplendidez lírica”. Al final, fue trabajadora humilde de la Imprenta Departamental de Antioquia, y luego, de la biblioteca que le había servido de escenario para las lecturas colectivas de las cuales era apasionada. Catorce años vividos como apostolado revolucionario y treinta y tres en el retiro y el ostracismo, hasta su muerte el 27 de abril de 1967.

La importancia de María Cano se resume con este concepto de Torres Giraldo: “María Cano es la única mujer de Colombia y de América que ha logrado encarnar, en un momento de la historia, toda la angustia y los anhelos de un pueblo. De mar a mar y del macizo andino del sur hasta la Sierra Nevada de Santa Marta, llevó su voz, como campana de oro, despertando a las gentes del largo sueño de la colonia española y del nuevo coloniaje del imperialismo yanqui”.

La parábola vital de María Cano es de esplendor y de tragedia. En su vida se expresa la importancia de las gentes del común, el liderazgo de mujer, el idealismo revolucionario y, al mismo tiempo, la brutalidad burocrática que destruyó más que nada la onda emancipadora de la época.

A ella se le puede recordar con su bella metáfora: “Soltad las ligaduras del águila potente y su vuelo será majestuoso, vencedor. Amigos, ¡hacia la cumbre!”.


(María Cano a bordo de un vapor en Murillo, Tolima.
Fotografía de Floro Piedrahíta. Archivo del Instituto María Cano (Ismac) al cuidado de Luis Sandoval.)


martes, 29 de agosto de 2017

Más que nunca, Juana, cuenta conmigo


Violencias machistas & Violencia judicial
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Nieves Salobral Martín y Laura Berro Yoldi
Rebelión

Las autoras nos indican de forma muy clara que el establecer medidas judiciales sin tener en cuenta el contexto social y cultural de violencia machista existentes lo que provoca es poner en riesgo la vida de la mujer víctima de la violencia machista y, además, en riesgo la vida de sus hijos/as, como es el caso en España de Juana Rivas y sus hijos/as.
#MásquenuncaJuanaCuentaConmigo

Hasta junio, 6 niñas y niños habían sido asesinadas este año por sus padres, una al mes. Multitud de Organizaciones feministas a lo largo y ancho del estado y municipios como el de Maracena, defienden que “Un maltratador nunca puede ser un buen padre, no se puede preservar la relación paternofilial en un contexto de violencia de género” (EFEMadrid, 3 Junio 2017). A pesar de que el empuje social, ha conseguido que las y los menores se incluyan como víctimas de la Violencia de Género, los Tribunales siguen teniendo dudas a la hora de aplicar las medidas de protección, especialmente los Tribunales civiles.

Esta vía judicial se ha convertido en preferida para muchos agresores porque se puede litigar de manera indefinida, y les permite continuar ejerciendo la violencia machista contra sus exparejas mujeres, aunque sea de una manera indirecta,como afirma María Naredo (Diario.es, 5 agosto 2017). Cuando se producen tantos juicios por custodias en estos casos, se revictimiza a las mujeres y sus hijos e hijas porque tienen que contar una y otra vez la violencia sufrida.

Además a los niños y niñas se les coloca en el centro del litigio y, posteriormente, los tribunales no toman en cuenta su testimonio para dictar la sentencia de guarda y custodia. Es más, se les puede poner en peligro, porque los agresores son capaces de llegar hasta el infanticidio, como se aprecia por las cifras inicialmente mencionadas.

Los Tribunales de Estrasburgo y la ONU ya han condenado las actuaciones del gobierno español por la contínua desprotección y vulneración de derechos a niños y niñas en los casos de violencia de Género, porque en las sentencias no se garantiza el “bien del menor”, tal y como dicta la Convención de Derechos del niño. Son los casos de Mª Paz Iglesias Casarrubios y sus hijas maltratadas por el padre (2016), en el que no se escuchó el testimonio de sus hijas, y el caso del asesinato de la hija de Ángela González (2015) en una de las visitas otorgadas al padre por sentencia judicial.

Cuando la Justicia no valora el contexto en el que vivimos, cuando privilegia a los agresores por el hecho de ser padres, y no tiene en cuenta las sentencias previas por Violencia de Género, pone en riesgo la vida de menores, les somete a una existencia marcada por continua la violencia. Y sobre todo, con este se estas sentencias se está premiando la violencia machista, y cede terreno ante el sistema patriarcal con mayúsculas.

El carácter estructural del patriarcado empapa todos los ámbitos de nuestra sociedad, incluido el judicial. Éste antepone la palabra de los padres varones, cuestionando o ninguneando incluso el testimonio de malos tratos y terror expuestos por menores y mujeres, pareciera que con el fin de mantener ante todo el Derecho de Patria Potestad a los hombres, aunque sean maltratadores.

El mensaje que llega es su derecho de padre ante todo, por encima del sufrimiento y posible peligro de los niños y niñas. A no ser que tengamos en cuenta este contexto cultural en cada paso que demos, en cada política o ley, o en cada sentencia que dictemos; el patriarcado y la violencia que conlleva continuará condicionando cada ámbito social, y todo lo que emane de los mismos y de las instituciones. Si queremos llegar a una sociedad donde la igualdad de género sea una realidad, está claro que las instituciones públicas no somos, ni podemos ser, equidistantes.

Para llegar a un horizonte igualitario es necesaria una formación de todo el funcionariado en perspectiva feminista, y específicamente en violencia machista. Es la única vía que hace posible comprender a fondo por qué los maltratadores nos son buenos padres, haciendo visible el horror que lleva a las mujeres a denunciarles, o para comprender que hay que escuchar efectivamente los testimonios de hijos e hijas y garantizar su bien, no el de los adultos varones.

El caso de Juana Rivas se enmarca dentro de todo lo anterior. Llevamos ya muchos meses oyendo y leyendo esta historia, que ha dado la vuelta a toda nuestra sociedad. Su periplo ha recibido un apoyo unánime de todos los grupos municipales del Ayuntamiento de Maracena, un apoyo masivo de las vecinas y vecinos de ese municipio, de decenas de organizaciones feministas y de mujeres, así como a través de 150.000 firmas de otras muchas que no teníamos otra manera de expresarla.

Ella conoce al maltratador, al padre de sus hijos, ha vivido las agresiones de este hombre. Ante un proceso judicial irregular nada garantista de los derechos de sus hijos, que la obligaba a devolverlos a este agresor, se ha visto obligada a tomar la decisión de huir. Ella ha hecho lo que consideraba que tenía que hacer para visibilizar el derecho de estos niños a vivir sin violencia, y desde los tribunales se la obliga de nuevo a entregar a sus hijos al agresor.

¿Algo más tienen que decir las instituciones del poder judicial sobre “el interés superior” de estos niños?. ¿Consideran las instituciones públicas a los hijos e hijas de padres agresores víctimas a proteger o es pura retórica?.

Hay muchas mujeres en la situación de Juana, aunque ella ha tenido la fuerza y el apoyo para atreverse a salir a la luz pública y defender como ha podido los derechos de sus hijos.

Ahora necesita más apoyo que nunca, por eso, todas y todos tenemos que estar del lado de Juana. Para que ella y todas las Juanas puedan visibilizar la violencia que sufren, y lograr justicia para ellas y para sus hij@s.

#MásquenuncaJuanaCuentaConmigo


Nieves Salobral Martín, militante feminista
Laura Berro Yoldi, concejala de Igualdad y LGTBi del Ayuntamiento de Pamplona

lunes, 28 de agosto de 2017

ONU RESALTA LA FUNCIÓN DE LA MUJER EN MEDIOS

Willy Chipana Mamani / Cambio
La coordinadora de proyectos y programas de la ONU Mujeres, Elizabeth Salgueiro, resaltó ayer las políticas de comunicación señaladas por el Gobierno para promocionar la participacion de la mujer en los medios de comunicación.
La ejecutiva lamentó que los medios no sintonicen ese mensaje porque aún predominan las ideas patriarcales en las universidades y la familia, donde lo masculino se impone sobre lo femenino. Salgueiro indicó que los medios  deberían reflejar la labor de las mujeres en la economía, la sociedad o en la elaboración de planes territoriales y no mostrarlas como objetos sexuales.   
?Hay una participación importante de la mujer en los medios de comunicación, pero muchas veces la imagen y el tratamiento de las noticias es bastante pobre?, manifestó.
La presidenta de la Asamblea Legislativa Departamental de Cochabamba, Leonida Zurita, coincidió con Salgueiro, señaló que las damas accedieron a las tecnologías de información gracias a las políticas gubernamentales. ?En comunicación se trabajará en esas áreas para tener una mayor participación?, expresó.
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http://www.noticias.bo/noticias/ONU-resalta-la-funcion-de-la-mujer-en-medios/

sábado, 26 de agosto de 2017

No soy machista, pero…

Machismo & Justificaciones


TribunaFeminista

La autora nos hace una acertada reflexión sobre la cantidad de expresiones justificativas que se usan (sobretodo por los hombres) en lo cotidiano desde "supuestas" posiones igualitarias que demuestran que en su base lo que hay es machismo.

Si hace unos días hablábamos, desde estas mismas páginas, de todos los “peros” habidos y por haber que se añaden a la frase “soy feminista”, como si fuera preciso andar todo el día justificándose o pidiendo perdón por no hacer otra cosa que luchar por la igualdad, hoy le hincaré el diente a otros “peros” que le andan a la zaga. Seguro que les suena. Seguro que lo han oído o leído alguna vez, en conversaciones de café, comentarios en redes sociales, tertulias televisivas y hasta en artículos pretendidamente sesudos. Y es que ser machista no está bien visto, desde luego. Por eso aquí nadie es machista. Faltaría más.

Eso sí, hay que dejar claritas algunas cosas para que nadie se lleve a engaño. Y ya se sabe, cuando tanto hay que aclarar es porque la cosa no está tan clara como parece.  Así que, tratando de dejar las cosas tan limpias y claritas como si las hubieran lavado con Perlan, nos encontramos estas cosas:

  • No soy machista, pero me hacen gracia algunos chistes que cuentan.
  • No soy machista, pero me gusta ver las fotos de tías que envían en los grupos de whatsap.
  • No soy machista, pero no veo nada de malo en que las camareras vayan ligeritas de ropa.
  • No soy machista, pero me gusta ver las azafatas en short premiando a los deportistas.
  • No soy machista, pero reconozco que hay mujeres que van provocando.
  • No soy machista, pero disfruto viendo un buen culo si me lo ponen a tiro.
  • No soy machista, pero no estoy de acuerdo con las cuotas.
  • No soy machista, pero pienso que exageran con eso de las canciones.
  • No soy machista, pero no doy importancia a que los niños jueguen con coches y las niñas con muñecas.
  • No soy machista, pero reconozco que mi mujer lleva la casa como nadie.
  • No soy machista, pero no me gusta que los niños jueguen a cosas de niñas.
  • No soy machista, pero me parece bien que los niños vayan de azul y las niñas de rosa.
  • No soy machista, pero creo que las mujeres crían mejor a los niños.
  • No soy machista, pero el lenguaje inclusivo me parece una sandez.
  • No soy machista, pero empleo el término “nenaza” como un insulto.
  • No soy machista, pero no veo la necesidad de andar todo el día exaltando a las mujeres.
  • No soy machista, pero creo que no es necesaria una ley de violencia de género.
  • No soy machista, pero afirmo que la violencia no tiene género.
  • No soy machista, pero sé que hay un montón de denuncias falsas de las que nadie habla.
  • No soy machista, pero me pone de los nervios el dineral que gastan en cosas de mujeres.
  • No soy machista, pero no me gustan las etiquetas.
  • No soy machista, pero tampoco soy feminista.

Y eso no es todo. Para acabar de rizar el rizo, esa última afirmación puede venir acompañada de un impagable “soy persona” con el que nos obsequió una famosa, como si se pudiera ser machista o feminista sin serlo –jamás he sabido de un calamar o un cactus machista o feminista-.
O, mejor todavía, con el colofón de “estoy en contra de los ismos”, como si cosas como el expresionismo, el imperialismo, el periodismo o el constitucionalismo fueran un espejismo que merece ser arrojado por el abismo.

Y es que en esto del machismo con peros, viene a cuento más que nunca aquello de “excusatio non petita, acusatio manifiesta” que, perdóneseme la pedantería, viene a ser algo así como que cuanto más te justificas, menos justificación tienes.

La cosa es mucho más simple. Si alguien no es machista, no hace ni dice cosas machistas. Ni siquiera las consiente. Como no consentiría que se metieran con un negro o un homosexual por el hecho de serlo, para luego arreglarlo con una sonrisita diciendo “no soy racista, pero..” o “no soy homófobo, pero…”. Aunque también en estos casos haya quien usa de los peros tratando de justificar lo injustificable.

O se quiere la igualdad, o no se quiere. No hay más. No vale querer la igualdad pero sólo a cachitos, o a ratos, o cuando no me toca las narices. O se es machista o no se es. Y no hay peros que valgan. O tal vez haya uno.

No somos machistas, pero si consentimos actos machistas tal vez lo seamos sin saberlo. Pensémoslo antes de volver a poner el dichoso “pero” tras afirmar que no somos machistas.

Autora: Susana Gisbert Grifo Fiscal de violencia sobre la mujer en España. Escritora. 

Fuente:http://www.tribunafeminista.org/2017/08/no-soy-machista-pero/ 

Soy chilena y soy negra, soy Afrochilena. Testimonio


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Soy chilena y si, soy negra. Mi mamá es blanca y chilena, mi padre es negro y cubano. Mi familia por parte de madre viene de un pasado subyugado en las salitreras, donde tuvieron que migrar desde la pampa nortina a la ciudad en barco. Mi familia por parte de padre viene de un pasado oprimido por la comercialización de esclavos africanos en Cuba, también en barco. Ser negra (‘mulata’ como se dice mal comúnmente) en un país como Chile ha sido la lucha más grande de mis apenas 21 años.
Durante mi educación pre-básica nunca encajé: era la única negra en la sala y además nunca usé delantal rosa como mis compañeras pues el mío era amarillo, ni usaba zapatitos con velcro porque, por mi pie plano, debía usar bototos, ni tampoco tenía el pelo liso pues el mío era muy rizado… ninguna Barbie se parece a mí – pensaba. Luego, en la primaria sufrí de bullying en el mismo colegio, todo se centraba en bromas por mi color de piel, mi pelo afro y por ser alta. En ese tiempo estaba de moda un cantante negro de samba que salía en un famoso programa juvenil de TV nacional. Me recuerdo caminando por el colegio cabizbaja mientras a mi alrededor muchos me gritaban su nombre.
Yo no entendía… porque en mi hogar siempre se me mostró el mundo como un contexto rico en multiculturalidad que nutría la diversidad. Mi papá siempre me hablaba de la esclavitud, mi madre siempre me decía que genéticamente todxs veníamos de África, me mostraba mucha música, danzas y mi abuela que sabe mucho de historia universal, siempre me contaba de luchas sociales. En mi mente de 8 años, no entendía por qué mis compañeritos en la escuela me señalaban, sin embargo, notaba un contraste entre lo que sucedía en mi casa y el colegio, en casa me decían que era por su ignorancia. Ese mismo año mi madre decidió que viajáramos juntas a Cuba para que conociera a mi familia paterna.
Apenas salimos del avión, sentí el húmedo calor en mi piel como una bocanada de aire tibio, a mi alrededor vi a un guardia muy alto, con su piel muy oscura casi azul y brillante, al instante mire mi piel y extasiada en asombro le digo a mi madre: ¡Mamá acá soy blanca! Ella se emocionó y me abrazo, porque claro, yo estaba encantada de la variedad de tonos de negritud, había un universo entero de colores. De bienvenida todos mis primos y primas, tíos y tías, negros y negras, nos esperaban en casa de mi abuela, ese mismo día todos los niños jugamos a pies descalzos bajo el aguacero tibio en la calle. Fue en la casa de mi abuela donde residimos alrededor de 1 mes y donde me identifiqué en su risa a todo volumen y en su alegría, en nuestra piel, en nuestro pelo afro, ella nos compartió la cultura espiritual afro, nuestra raíz yoruba. Allá nadie me señalaba, allá fui feliz. Toda la vida le agradeceré a mi mamá ese viaje.
Cuando llegué a Chile mis compañeros se extrañaron más todavía conmigo, pues volví con mi piel más negra aún, con trenzas y hablando bien cantao’. Entonces vi la verdad. Supe y entendí por qué era motivo de burla, una palabra: negra, me señalaban por ser negra. Al poco tiempo, me cambiaron de ese colegio a otro donde supuestamente, no me iban a molestar porque allí había muchxs niñxs migrantes, a mi pesar, la historia se repitió pues seguía siendo la única negra de la escuela. Todos los días me jabonaba fuerte para quitarme el color, me cortaba los rulos a machetazos con la tijera frente al espejo, ponía sobre mi cabeza un paño largo con el que simulaba el movimiento del pelo liso, yo solo soñaba con tenerlo para ser ‘bonita’, no quería ser diferente.
Posteriormente, también en otro colegio, durante toda la secundaria, hubo una profesora de química que en plena clase, con todas mis compañeras, presentes hacia comentarios sobre mi pelo, incitándome a alisarlo para verme más ‘ordenada’ mientras lo comparaba con el cabello liso de las demás y haciendo comentarios descalificadores hacia el país de mi padre, del cual ella sabía que yo tenía descendencia directa. Creo que para la mente estereotipada de esa ‘educadora’ mis facciones y biotipo no cumplían con el molde blanco neoliberal.
Finalizando la secundaria y cursando mi etapa universitaria, comencé a notar que para los hombres de acá les era muy EXÓTICO encontrarse con una ‘negrita’ en las fiestas o en su sala de clases y entonces comenzaban con la cacería para satisfacer sus dudas sobre las mujeres negras, ya saben, todo eso de que somos mejores en la cama, que somos más calientes, que tenemos mejor culo. Y nuevamente comprendí otra arista: ser mujer negra es sinónimo de ser objeto sexual.
Actualmente, de profesión me dedico al área de las energías renovables, es un rubro donde en mi país hay muchos más hombres que mujeres y de las pocas mujeres que hay, ninguna es negra. Así que adivinen a quien todo el mundo se da vuelta a mirar cuando entro a los seminarios o reuniones: a mí. Mientras estoy ahí sentada, siempre me pongo a pensar en que la sociedad se impresiona frente a una mujer negra intelectual. Sobre todo, porque en mi país RECIÉN se está viviendo un rico intercambio cultural racial con afrodescendientes y negrxs de países como Colombia, Haití, Venezuela, Senegal, República Dominicana, entre otros y constantemente, las personas me preguntan de donde soy, como llegue o si hablo español: Soy de Chile – respondo y extrañados me vuelven a preguntar ¿Ah, entonces naciste acá? … ¡Pues claro! ¿Te lo estoy diciendo o es que te asombra que sea negra y chilena? – pienso para mis adentros. A veces me subo a la micro y señoras me dicen que me devuelva a mi país… ¡Qué país! pienso yo, ¡Si nací en el mismo que usted!
Ya estoy cansada de que me extranjericen en mi propio país, solo por mis rasgos. Lo cual, es una situación muy paradójica, pues en Chile también llegaron esclavos negros, incluso muchos dejaron una fuerte descendencia en la zona norte, pero la historia se ha encargado de censurarlo de manera tal, que las personas aquí creen que es tierra SÓLO de blancos, invisibilizando todo rasgo afro e indígena.
Poco a poco… he comenzado a reencontrarme en mis raíces, a bailar danzas afrolatinas, a usar mis cuerdas vocales y cantar, aprendí a usar turbante y a cuidar mis rulos con mucho amor. Poco a poco me he ido empoderando. Hoy decido no justificar jamás mi negritud, ni ponerme a explicar por qué soy negra y hablo como chilena, porque mi piel no es un error, mi pelo no es un error, yo estoy bien, tu racismo e ignorancia son lo que está mal. Soy mujer, soy chilena y soy negra, soy AFROCHILENA.

Mercedes Argudin Pacheco
Mercedes Argudin Pacheco
Chile. Foto de Andres Urzua








Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

viernes, 25 de agosto de 2017

Louise Michel, la combatiente de la Comuna de París

Mujeres & Comuna de París


Josefina L. Martínez
Rebelión

Maestra, poeta y libertaria, esta menuda mujer representa el espíritu de una revuelta en la que las mujeres no solo conquistan el derecho a la educación, al divorcio y al trabajo, sino también a combatir codo a codo con los hombres.

“Cuando la multitud hoy muda Ruja como el océano Y a morir esté dispuesta La Comuna resurgirá Volveremos multitud sin número Vendremos por todos los caminos Espectros vengadores surgiendo de las sombras Vendremos estrechándonos las manos La muerte llevará el estandarte La bandera negra velo de sangre Y púrpura florecerá bajo el cielo llameante.” 
(Louise Michel. Canción de las prisiones, mayo de 1871)

Durante la semana del 20 de mayo de 1871, el ejército de Versalles (la burguesía francesa aliada a los prusianos) avanza contra la Comuna de París. En el cementerio de Montmartre, en el corazón de la Comuna obrera, una mujer calzada con botas de soldado dispara su fusil. La metralla sostenida que retumba sobre su cabeza le hace pensar en un océano descargando su furia desde el cielo. Los obuses hacen temblar la tierra y las flores de las tumbas vuelan por el aire. Louise Michel se escabulle por un agujero de la tapia, solo para volver enseguida con refuerzos.

De los 50 hombres que la acompañan, pronto queda la mitad; poco después, quince; finalmente, solo tres siguen defendiendo la barricada sobre la calle Clignancourt. París arde en llamas la noche del 24 de mayo. Los fuegos pueden verse desde lejos: la calle Royale, Rivoli, las Tullerías, el Hôtel-de-Ville, el teatro lírico, la orilla izquierda, se destacan por el rojo crepitar sobre el cielo negro. Si la Comuna no va a sobrevivir, no se entregará a Versalles sin luchar. En aquellos días, Louise Michel siente que el tiempo es flexible. “Todo lo ocurrido se acumula, como si en esos días hubiéramos vivido mil años.”

Esta mujer menuda, de 40 años, representa el espíritu de la Comuna de París, donde las mujeres no solo conquistan el derecho a la educación, al divorcio y al trabajo, sino también el derecho a combatir codo a codo con los hombres.

Las mujeres de la Comuna 

Tras la caída del Segundo Imperio de Luis Napoleón Bonaparte, con la derrota en la guerra franco-prusiana en septiembre de 1870, París proclama la República.

Con la ciudad sitiada por el ejército de Bismarck, el gobierno francés de Adolphe Thiers termina firmando la capitulación de Francia, aceptando la ocupación de la capital por los prusianos. Pero la Guardia Nacional parisina, formada en su mayoría por obreros y artesanos, se niega a rendirse al enemigo. Thiers se retira a Versalles y el pueblo de París toma el control de la ciudad.

El 18 de marzo, el ejército de Versalles intenta aplastar la rebelión y arrebatar los cañones en manos de los parisinos. Ese día, fueron las mujeres las primeras en salir a las calles, en una insurrección que da comienzo a la Comuna de París. Así lo cuenta Louise Michel: “Todas las mujeres se hallaban ahí. Interponiéndose entre nosotros y el ejército, las mujeres se arrojaban sobre los cañones y las ametralladoras, los soldados permanecían inmóviles. La revolución estaba hecha”. Poco después se convocan a elecciones para elegir los representantes de la Comuna de París, el primer gobierno obrero de la historia.

Como ya había ocurrido durante la Revolución francesa de 1789, las mujeres participaron activamente en la Comuna, formando asociaciones como el Comité de Vigilancia de las Ciudadanas y la Unión de Mujeres para la Defensa de París. Según Michel, más de 10.000 mujeres “diseminadas o juntas, combatieron por la libertad en los días de mayo”. “Con la bandera roja al frente habían pasado las mujeres; tenían su barricada en la plaza Blanche. Estaban allí Elisabeth Dmitrieff, la señora Lemel, Malvina Poulain, Blanche Lefebvre, Excoffons. André Leo estaba en las de Batignolles.”

En la plaza Blanche se mantiene una barricada defendida por un batallón de 120 mujeres. En el bulevar Sebastopol varias mujeres trabajan llenando sacos de tierra y cestas de mimbre. Las petroleuses, las incendiarias. Así llaman sus enemigos a las mujeres de la Comuna. Cada mujer que atraviesa las calles con ropa humilde y con un cacharro entre las manos es sospechosa. En Francia regía en aquellos años el Código napoleónico, que imponía a las mujeres la condición de menores de edad, sometidas al padre o al marido, sin derecho a ninguna actividad independiente, sin derecho al voto, ni al divorcio.

Las mujeres obreras se ven sometidas a una doble explotación y opresión. Por eso la Comuna de Paris trae la esperanza de un mundo nuevo para las mujeres del pueblo. En el muro del cementerio del Père-Lachaise, que hoy se conoce como el muro de los comuneros, cientos de luchadores fueron fusilados. Otros miles, deportados y exiliados Louise Michel, maestra abnegada, escritora y poeta, ocupa su puesto de combate en las barricadas. Defiende la París obrera que desde el 18 de marzo ha tomado en sus manos su propio destino. La Comuna ha creado una nueva forma de gobierno, con delegados electos y revocables que cobraban un salario obrero. Ha condonado las deudas a los inquilinos, expropiado los talleres abandonados para cederlos a cooperativas obreras.

La Comuna ha establecido la igualdad de las mujeres ante la ley, separando la Iglesia del Estado y expropiando al clero; un conjunto de medidas que no había tomado ninguna república liberal. La Comuna había defendido París, entregada por Thiers a los prusianos. La heroica Comuna había desafiado a la Europa del orden y el capital, eliminando “el ejército permanente, la policía, la burocracia, el clero y la magistratura”, al decir de Marx en el Manifiesto del Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores, escrito entre abril y mayo de 1871.

La represión y el exilio


Según las fuentes históricas, más de 30.000 personas fueron asesinadas en la semana sangrienta de mayo, cuando la represión se ensañó en las calles de París. En el muro del cementerio del Père-Lachaise, que hoy se conoce como el muro de los comuneros, cientos de luchadores fueron fusilados. Otros miles, deportados y exiliados. Louise Michel logró escapar, pero su madre fue detenida por la policía en su lugar, por lo que Louise se entregó para salvar su vida. Junto con decenas de presas fue hacinada en prisión, donde escuchaban por la ventana los fusilamientos de otros comuneros.

El juicio, en diciembre de 1871, se transforma en una tribuna para reafirmar su compromiso con la Comuna y con la lucha. “No quiero defenderme, no quiero ser defendida”, exclama Louise Michel, “pertenezco por entero a la revolución social y declaro aceptar la responsabilidad de todos mis actos; la acepto sin restricción”, relata Lissagaray en su historia de la Comuna. La heroína de Montmartre es deportada a la isla de Nueva Caledonia, colonia francesa en el Pacífico. El viaje a bordo del Virginie es también un descubrimiento; Michel señala que en esa travesía, reflexionando sobre la experiencia de la Comuna, se hizo anarquista. En la lejana isla del Pacífico, Louise Michel convive con los canacos, tribus originarias sometidas a la opresión francesa. La maestra enseña a los niños canacos y se convierte en defensora de su causa. “Una noche de tormenta durante la insurrección canaca, oí llamar a la puerta de mi compartimento en la choza. ¿Quién es? pregunté. Taïau, respondieron. Reconocí la voz de nuestros canacos, los que nos traían los víveres (taïau significa amigo).

En efecto se trataba de ellos, venían a despedirse de mí antes de alejarse a nado bajo la tempestad para unirse a los suyos y combatir a ‘blancos malvados’, decían ellos. Entonces, dividí la banda roja de la Comuna, que había conservado a través de mil dificultades, y se la di como recuerdo”. Después de varios años en Caledonia, Louise Michel puede volver a Francia en 1880. Allí retoma su actividad política -- por lo que pronto vuelve a ser encarcelada-- participando en movilizaciones contra el desempleo y en mítines y conferencias. Muere en enero de 1905, a los 74 años.

Su espíritu indomable sigue siendo la imagen viva de la Comuna.



jueves, 24 de agosto de 2017

El feminismo moderno: por qué debemos aprender de las mujeres kurdas

Feminismo & Kurdistán


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Kurdistán-América Latina

" Las feministas kurdas están enseñando una lección al mundo entero y podríamos aprender mucho de ellas en términos de defender los derechos y la progresión social."

Mientras que Occidente, y especialmente Europa, parece indeciso y aparentemente indefenso en la guerra contra el terrorismo, combatir a ISIS es la prioridad en Siria e Irak, donde la heroica resistencia kurda, con una enorme participación femenina, da prueba del feminismo auténtico y revolucionario. Ayşe Deniz Karacagil, la activista turca cuya historia había sido ilustrada por el cómico italiano Zerocalcare en “Kobane Calling”, murió el 29 de mayo en Raqqa.

Ella estaba luchando en el YPJ, las Unidades de Protección de Mujeres, un inesperado ejemplo de democracia, que desafortunadamente sigue siendo un modelo único en toda el área de Oriente Medio. A Ayşe se le dio el apodo de “la chica con el pañuelo rojo” durante las protestas de Gezi en 2013, donde fue arrestada, etiquetada como terrorista y sentenciada a 103 años de prisión. Después de huir inicialmente a las montañas, se unió a las fuerzas kurdas en la lucha contra el autoproclamado Estado islámico. Al hacerlo, contribuyó a la defensa del enclave autónomo de Rojava, también conocido como Kurdistán sirio, un experimento inspirador y utópico comprometido con el secularismo absoluto, la democracia y la igualdad de género.

La Jineology, también conocida como la ciencia de las mujeres, es una de las creencias fundamentales de la revolución social en Rojava. Su concepto innovador fue defendido por primera vez por Abdullah Öcalan, líder del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), y representa un paso adelante para el movimiento de liberación de las mujeres. De hecho, introduce una nueva forma de feminismo basada en la famosa declaración de Öcalan: “Un país no puede ser libre a menos que las mujeres sean libres”, que se opone al paradigma sexista basado en la dicotomía sujeto-objeto, que puede resumirse como “los hombres actúan, las mujeres son”.

Llevó algún tiempo para que las mujeres adquirieran poder político y militar y para organizarse de manera autónoma en un ejército adecuado, pero finalmente lograron establecer una organización paraguas y democrática. Estas mujeres encarnan los contrastes que definen esta parte del mundo: divididas por frentes de guerra y valores irreconciliables, a pocos kilómetros de distancia, existen realidades opuestas y no pueden dejar de chocar entre sí. Por un lado, nos sorprende la existencia de la Brigada Al-Khansaa, una escuadra de policía religiosa asalariada, acusada de castigar a cualquier mujer que desafía la Ley Sharia, y tan cruel como cualquiera de sus contrapartes masculinas. Las mujeres pro-ISIS empiezan a sentirse empoderadas y pasaron de ser justas jihadistas a desempeñar papeles más activos y operativos. Irónicamente, ISIS está ganando cierto atractivo al ofrecer una nueva interpretación del concepto de “chica-poder”, que parece ser particularmente atractivo para algunos de ellos. Afortunadamente, por otro lado, otras mujeres están tomando el objetivo y liderar los ejércitos.

En mayo de 2016, fue la mujer kurda Rodja Felat quien llevó a 15.000 mujeres y hombres dispuestos a morir por su libertad en un primer asalto para liberar Raqqa. De hecho, ser capturado vivo por ISIS es, sin duda, mucho peor que la muerte misma. ¿Cómo podemos olvidar a Ceylan Özalp, la combatiente YPJ de 19 años que, al darse cuenta de que se estaba quedando sin munición, utilizó su última bala para matarse? ¿Y qué hay de Dilar Kanj Khamis -más conocida por su nombre de guerra Arin Mirkan-, la primera combatiente kurda que se inmoló contra una serie de yihadistas que la rodeaban en la colina de Mishtenur, en Kobanê? Ni siquiera las mujeres yezidíes, una comunidad religiosa kurda, se han librado de abusos sexuales y brutales asesinatos tras la expansión del califato en Siria e Irak.

En el centro de la ciudad de Raqqa, de hecho, se asignaron dos mercados para la venta de mujeres y niñas, mientras que muchas otras víctimas se suicidaron tras ser violadas o torturadas por militantes. En 2014, por ejemplo, Nadia Murad, nominada al Premio Nobel de la Paz, fue secuestrada y utilizada como esclava sexual, antes de escapar y llegar a Alemania. Es difícil de creer, pero asombrosamente claro, que los fenómenos aparentemente opuestos descritos anteriormente son en realidad dos caras de la misma moneda. Las mujeres yihadistas se ocupan de la opresión a expensas de otros, mientras las mujeres de Rojava luchan por la libertad y la igualdad. Hoy en día, en el caos de la guerra civil de Siria, las mujeres kurdas luchan por defender su derecho a hablar y, motivadas por el deseo de un cambio concreto -o incluso de venganza personal en algunos casos-, buscan desesperadamente la emancipación que nunca han tenido.

La creación del experimento Rojava parece un espejismo entre los países del Medio Oriente, y derrotar a ISIS no será el fin de la guerra para estas mujeres: sus esfuerzos se dirigirán a la plaga del matrimonio de menores de edad, la poligamia y la mentalidad patriarcal para romper siglos de opresiva tradición. De hecho, no sólo tratan de superar una sociedad de honor-vergüenza, sino que también están sentando las bases para una progresión masiva con respecto a las estructuras sociales, culturales y políticas. Las clases en las que las mujeres aprenden acerca de la emancipación y grupos de apoyo para mujeres víctimas de abusos son ejemplos brillantes de esta revolución.

La defensa de los derechos de la mujer no debe darse por sentado, ni siquiera en los países occidentales, donde el futuro de nuestros valores fundamentales debería suscitar un debate serio. De hecho, el sueño del multiculturalismo mal manejado apenas los ha desafiado y uno de los objetivos del movimiento del siglo XX, la libertad de elección, parece casi olvidado, por lo que el feminismo moderno termina apareciendo como un legado apagado, lleno de estereotipos.

La Jineology transmite ideas poderosas que cualquier mujer puede abrazar. La importancia de la autodefensa, por ejemplo, se ha vuelto increíblemente relevante dado el número de mujeres que sufren violencia todos los días. Aprender a superar cualquier forma de opresión es un buen punto de partida para romper la dependencia de las mujeres de los hombres.

Las feministas kurdas están enseñando una lección al mundo entero y podríamos aprender mucho de ellas en términos de defender los derechos y la progresión social. Nuestra lucha ahora es difundir la voz de Ayşe, Ceylan, Dilar y cualquier otra mujer valiente, y dejar que algunas de sus historias sean escuchadas y recordar que su batalla debe ser en realidad la batalla de cada mujer.

Los mártires nunca mueren, pero los logros de nuestras abuelas y madres por lo menos merecen ser genuinamente, con orgullo y ferozmente defendidos.





Fuente:https://rojavaazadimadrid.wordpress.com/2017/08/22/el-feminismo-moderno-por-que-debemos-aprender-de-las-mujeres-kurdas/ 

miércoles, 23 de agosto de 2017

La Ecología de Marx. Materialismo y naturaleza - John Bellamy Foster


Fragmento de la introducción (pags. 17-18)

El argumento que expone el presente libro se basa en una premisa muy sencilla: en que para entender los orígenes de la ecología es necesario comprender las nuevas visiones de la naturaleza que surgieron con el desarrollo del materialismo y de la ciencia entre los siglos XVII y XIX. Y además, en vez de limitarnos a presentar al materialismo y la ciencia como los enemigos de concepciones de la naturaleza anteriores y supuestamente preferibles, algo que es común en la teoría verde contemporánea, en lo que aquí hacemos hmcapié es en cómo el desarrollo del materialismo y de la ciencia promovieron -de hecho hicieron posible-- los modos de pensar ecológicos.

La discusión general se estructura en torno a la obra de Darwin y de Marx, los dos grandes materialistas del siglo XIX. Pero es sobre este último sobre el que se centra el presente libro, ya que su propósito es entender y desarrollar las visiones ecológicas revolucionarias que tienen hoy gran importancia para nosotros, adoptando un enfoque que vincula la transformación social con la transformacion de la relación humana con la naturaleza de maneras que actualmente consideramos ecológicas. La clave del pensamiento de Marx a este respecto, afirmamos, reside en la forma en que éste desarrolló y transformó una tradición epicúrea existente en relación con el ma
terialismo y la libertad, lo que tuvo una importancia integral para el surgimiento de gran parte del pensamiento científico y ecológico moderno. 

En esta introducción voy a intentar clarificar estos temas separando al principio las cuestiones del materialismo y la ecología -aun- que el tema fundamental de este estudio es su necesaria conexión y comentando brevemente el problema al que en última instancia se dirige este análisis: la crisis de la socio-ecología contemporánea.


Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com