RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

miércoles, 31 de enero de 2018

La vida de 25 científicas extraordinarias contada para adolescentes

«Cada vez que alguien os diga que las chicas no son de ciencias, ponedles este libro delante de la cara, ¡BOOM! Porque si hay algo que está científicamente superdemostrado es que las chicas molan muchísimo». Irene Cívico presenta así Las chicas son de ciencias, un libro que habla de la vida y la obra de «25 científicas que cambiaron el mundo».
Veinticinco mujeres que «lucharon a tope contra los estereotipos, rompieron las normas que la sociedad les imponía, creyeron en ellas mismas incluso cuando el mundo entero ponía en duda sus habilidades y terminaron demostrando lo fuerte que podían petarlo en el mundo de las ciencias».


Cívico lo cuenta así. En un lenguaje actual, en palabras que enganchan a las adolescentes, a las niñas y a muchas adultas. Y, de paso, a los niños y a los hombres. Porque ellos deberían conocer también a estas mujeres que hicieron avanzar la tecnología y la ciencia.

La autora vuelve a trabajar con el periodista y escritor Sergio Parra, y con la ilustradora Núria Aparicio, en este libro que continúa la serie de Las chicas son guerreras (Penguin Random House). Voló la obra cuando la presentaron a finales de 2016 y eso les indicó que hay una curiosidad inmensa por descubrir a tantas y tantas mujeres excluidas de los libros de historia.
Las chicas son de ciencias presenta cada una de sus 25 protagonistas en una ficha que informa de su fecha y lugar de nacimiento, su mayor logro, su lema y lo mejor de todo: por qué debemos copiarlas.
¿Por qué copiar a Margaret Sanger, la enfermera que luchó por la planificación familiar?
Porque «nadie debería decidir por ti sobre tu cuerpo y tu mente: ¡son tuyos!».
¿Por qué copiar a Margaret Hamilton, la ingeniera que nos llevó a la Luna?
Porque «si quieres hacer algo tan nuevo que no tiene nombre, invéntatelo».
las chicas son de ciencias
Herschel. «Nunca aceptes tu destino si no te gusta».

Caroline Lucretia Herschel

Fue pequeña toda su vida; no solo de niña. Esta mujer alemana apenas alcanzó los 1,30 centímetros. Pero a pesar de vivir más cerca del suelo que sus coetáneos, logró alzar la vista más lejos que ninguno. No lo tuvo fácil porque en la época en que vivió, el siglo XVIII, tener una cualidad distinta a las habituales metía a esa persona en el saco de «gente inferior o impura, ojito al dato, ¡impuras! Desde luego, la ignorancia es muy atrevida…», advierte Cívico.
Caroline Herschel, de día, le tocaba limpiar, cocinar y esos trabajos que siempre se han endiñado a las mujeres, pero de noche, miraba el cielo desde el jardín. Y para ver mejor las estrellas, ella y su hermano William «construyeron sus propios telescopios, tan sofisticados que se calcula que fueron 20 veces más potentes que los mejores de la época».
Juntos descubrieron Urano. Por este hito a él lo nombraron astrónomo oficial del rey de Inglaterra. Caroline comenzó entonces a trabajar como su ayudante y eso la convirtió en «la primera mujer en la historia en recibir un sueldo por su trabajo como científica».
las chicas son de ciencias
Hopper. «No le tengas miedo al cambio, atrévete».

Grace Hopper

También bajita, también enorme. A esta neoyorquina, una de las primeras mujeres que se doctoró en Matemáticas en la Universidad de Yale, le aburrían los días iguales. El estallido de la Segunda Guerra Mundial dinamitó su vida. «Se divorció, abandonó su puesto como profesora y, con 36 años, se alistó en la Marina estadounidense. Hala, a ver mundo».
Al poco se convirtió en la teniente Hopper y era tan lúcida que la enviaron a Harvard con la misión de desarrollar el Mark I: «un superordenador diseñado para solucionar problemas militares». Aunque entonces una máquina supersónica, bastante rudimentaria a los ojos de hoy, ocupaba una habitación entera y hacía un ruido infame.
Pero ¿cómo podrían entenderse los humanos y ese armatoste? Grace Hopper inventó un lenguaje para poder hablar con cualquier ordenador del mundo, el COBOL. «Grace se atrevía con todo y tenía siempre una bandera pirata en su despacho para recordarle a todo el mundo que ella no se detenía ante nada para conseguir lo que quería».
las chicas son de ciencias
Toral. «Lucha siempre por tus ideales».

María Teresa Toral

En su vida está grabada la historia de cientos de miles de mujeres y hombres que lucharon contra la dictadura franquista. En 1933 obtuvo el Premio Extraordinario por la brillantez con la que había cursado las carreras de Farmacia y Ciencias Químicas. Enrique Molas, uno de los científicos más importantes del momento, vio que era extraordinaria y le ofreció trabajar con él para determinar los pesos moleculares y atómicos. Al poco la llamaron también de Londres pero en Madrid, donde trabajaba, le asaltó una guerra civil y la detuvieron por defender los ideales de la República.
las chicas son guerreras
Grabado de María Teresa Toral
Los fascistas la encerraron por sus ideas y en la cárcel, hambrienta y helada de frío, veía cada día la muerte de otras reclusas. Pero el horror no pudo con ella. «María Teresa ayudaba a curar a otras prisioneras o las distraía dando clases de idiomas».
Tampoco la pararon la traición, otra reclusión en la cárcel, una condena a muerte y el exilio. Volvió a dar clases de química, a dibujar y a transformar el sufrimiento en ilusión. Esta vez, en lugar de usar fórmulas y probetas, convirtió una de las prisiones donde estuvo presa en una galería de arte para mostrar sus grabados.
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Merian. «Si tienes una afición, por muy rara que sea, dedícate a ella con pasión».

Maria Sibylla Merian

Esta alemana, nacida en el lejano 1647, pasó su vida rodeada de pinceles y bichos. De «esos bichitos feos y arrugados que se montan su abriguito de seda y, después de ser capullo un tiempo, van y se convierten en mariposas preciosas, dejándote loco de amor», describe Irene Cívico, en palabras juveniles, coloquiales, de hoy.
Cuenta la autora que a Sibylla estos bichos le alucinaban más que a nadie. Empezó a buscarlos, guardarlos, estudiarlos y pintarlos también. «Algo digno de admirar ya de por sí, porque la mayoría de insectos son un poco asquerosetes. Pero es que, además, en aquella época no eran interesantes para nadie, sino algo repugnante que debía ser chafado de un pisotón».
las chicas son guerreras
Ilustración de Maria Sibylla Merian
Sibylla era una valiente. No solo por estudiar huevos de rana y la metamorfosis de los renacuajos, sino por atreverse a separarse de su marido. Lo hizo en el siglo XVII, cuando todo lo que se esperaba de una mujer era parir y cuidar del hogar. Pero además hizo algo insólito: «viajar a la selva de Surinam para ver con sus propios ojos animales todavía más exóticos y extraños».
Aunque «a todo el mundo le pareció una mala idea y todos le dijeron que las mujeres no podían ir por los sitios así a lo loco», relata Cívico. Pero «¿sabéis qué hizo Maria? Las maletas. Y se plató allí con su hija Johanna, emprendiendo lo que sería ¡uno de los primeros viajes científicos de la historia!».
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Marić. «Colabora siempre con los demás, pero reconoce tu mérito».

Mileva Maric

Es «la gran física a la sombra de Einstein» aunque ha pasado a la historia como «la primera esposa del científico». Lo que no se dice tan a menudo es que ella también era científica y que en las cartas que se escribían Albert y Mileva, además de amor, había mucha ciencia. «Einstein siempre se refería a ello como “nuestro trabajo” y “nuestra investigación”. Sin embargo, ¿sabéis quién obtuvo el Premio Nobel? Lo habéis adivinado: Albert Einstein».
las chicas son de ciencias
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https://www.yorokobu.es/las-chicas-son-de-ciencias/
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Nuevo juicio político lleva a una militante coruñesa al banquillo de los acusados por supuesto “atentado a la autoridad”

Por Galizalivre.com
Compañeros y compañeras de Aida Vasques llaman a concentrarse delante de los juzgados de a Corunha el próximo jueves a las 9,30 bajo el lema « Stop montagens policiais ». Convocantes afirman que « hoje é Aida, e amanhá pode ser qualquer de nós ».


Si hace dos días informábamos de las pesadas sanciones económicas a cuatro activistas lucenses por su implicación en una huelga general en el 2010, hoy tenemos que dar la noticia de otra tentativa judicial por desmovilizar y disuadir de la participación política.
El venidero 31 de enero, los juzgados de la Corunha acogerán el juicio contra Aida Vasques, activista del Centro Social Gomes Gaioso, acusada de «atentado a la autoridad». Bajo esta acusación genérica, la policía española imputa habitualmente a manifestantes de acciones violentas contra las fuerzas represivas, cuidándose así las espaldas ante las denuncias que derivan de las propias agresiones de los uniformados. El caso que nos ocupa sigue los dictados del manual de mentiras policiales : en Octubre de 2015, una concentración en PALEXCO era disuelta a palos por la UIP , impidiendo así que coruñesas y coruñeses exprimiesen  su rechazo al monarca español, que visitaba en aquel día la ciudad herculina.
A pesar de Aida no ser retenida ni detenida en aquella ocasión, recibió una citación judicial meses después ; fue llamada a declarar y se inicio así un proceso que -según denuncian sus compañeras solidarias -evidencia la existencia de listas negras policiales, a las que la brigada de información recurre arbitrariamente cuando sus amos piden castigo. Las fotos de facebook y del diario del régimen « La Voz de Galicia » fueron utilizadas por la policía como material incriminatorio.
De la Corunha a Ferrol, pasando por Lugo: juicios que no cesan
El caso de Aida Vasques se encuadra en la línea de punición directa de toda protesta popular, especialmente cuando haya participado sectores sociopolíticos rupturistas como el propio independentismo. Hace pocos dias era también juzgado en Ferrol el trabajador de la estiva Santi Vidueira, acusado de participar de una protesta de la CIG contra la consejera de sanidad en el 2014. Una vez más, la acusación era el « atentado a la autoridad » ; Santi enfrenta una petición fiscal de 7000 euros.
Concentración
Compañeros y compañeras de Aida Vasques llaman a concentrarse delante de los juzgados de a Corunha el próximo jueves a las 9,30 bajo el lema « Stop montagens policiais ». Convocantes afirman que « hoje é Aida, e amanhá pode ser qualquer de nós ».


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La Marcha Internacional de Mujeres o la artera instrumentalización del feminismo

Por Tita Barahona

Probablemente a estas alturas muchas personas observadoras se habrán percatado de que la denominada Marcha Internacional de Mujeres (Women’s Global March), de la que recientemente se ha celebrado la segunda edición anual, es un apéndice del Partido Demócrata de los EE.UU. y por ende de los intereses reales que representa. En lo que sigue se ofrecen algunos datos que corroboran esta impresión, con una pizca de historia (que siempre ofrece mayor perspectiva), y se propone una reflexión sobre las implicaciones que ello tiene para los movimientos de emancipación, especialmente el feminista.
    El Partido Demócrata es una de las dos cabezas del único cuerpo que controla todos los aparatos del Estado norteamericano en beneficio de laclase capitalista. Para mantener la ficción de que sus políticas y valores son diferentes a las del Partido Republicano, los demócratas se presentaban antes como el partido de la “clase media”es decir, las familias trabajadoras en pos del “sueño americano”. Desde los años 80, cuando los intelectuales ultraliberales dijeron que ya no había que hablar de clases, que había que pregonar que estas habían desaparecido y ya no creaban identidad, el Partido Demócrata dirigió de forma más firme sus reclamos electorales a otras identidades: las de género, raza, religión, orientación sexual, etc. Hicieron una fuerte labor de cooptación de grupos  de mujeres, asociaciones por los derechos civiles, inmigrantes…, lo que consiguieron en buena medida inyectándoles financiación a través de una red de fundaciones. Paralelamente patrocinaron el ascenso social de una minoría de mujeres, afro-americanos e hispanos, a los que colocaron en el propio partido, el congreso y el senado. La clase trabajadora, mientras, era desahuciada. Bill Clinton y señorase encargaron de recortar el ya de por sí raquítico estado del bienestar, de expandir a niveles sin precedentes el encarcelamiento masivo, de firmar tratados de libre comercio como el NAFTA y de dar rienda suelta a Wall Street.
El feminismo no es patrimonio de las señoras de la clase dominante o aspirantes a ella que se aprovechan del trabajo de otras y de las luchas de otras para su beneficio personal o político
   El descontento que produjo la guerra de Irak, bajo el mandato de George W. Bush, fue aprovechado por el Partido Demócrata para jugar la baza de laidentidad de raza, que reforzaba el tradicional apoyo de la comunidad afro-americana al Partido Demócrata, con un programa atrayente para más sectores sociales, que prometía entre otras cosas parar la guerra y cerrar la prisión ilegal de Guantánamo. Así fue cómo, en la tierra del Ku-Klux-Klan y las leyes Jim Crow, por primera vez un negro (además, de nombre musulmán),Barak Hussein Obama, alcanzaba la presidencia de la nación. Juraba su cargo con la mano sobre la biblia de Martin Luther King, al que sometieron a un proceso de blanqueado y esterilizado para despojarlo de sus adherencias anti-capitalistas. La población negra no cabía de gozo. La “comunidad internacional”y sus medios le dieron al atractivo Obama la bendición Urbi et Orbi y elpremio Nobel de la Paz antes de que emprendiera siete guerras. Aquella inicial emulsión de esperanza de la población trabajadora negra acabó en cenizas, pues no han visto ventaja alguna en tener a un “hermano” presidente, como tampoco la habrían visto la mayoría de las mujeres de haber tenido una“hermana” presidenta. Y, con ella (I’m with her, decían sus incondicionales) se cambió a la baza del género. Hillary Clinton se presentaba como feminista por el hecho de competir con un hombre (tanto en las primarias demócratas como en las presidenciales), y porque el pseudofeminismo liberal-posmoderno que se promovió en las universidades había decretado que ser mujer en la alta política ya te gradúa de feminista. Y aun parece que la mezcla de género y raza se postula para las próximas presidenciales en la figura de una multimillonaria, reina del show-business, llamada Oprah Winfrey,que se ha uncido al carro del feminismo rosa liberal-demócrata en su discurso de la entrega de los premios Globos de Oro.  
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  Manifestación “por los derechos de las mujeres” promovida  por el Partido Demócrata
   La derrota de Hillary ante un baboso que alardeó de agarrar a las mujeres por el pussy (gatito), fue devastadora para las bases y el aparato del Partido Demócrata. En seguida, surgiendo de lugares aparentemente no conectados con el partido, un grupo de mujeres empresarias y directoras ejecutivas de diversas instituciones y ONG’s pusieron manos a la obra para organizar una gran movilización de protesta para el día siguiente en que Trump jurara el cargo. No lo tuvieron difícil. Desde los propios inicios, la campaña tuvo recursos, entre ellos el apoyo de la plataforma Move on, ligada a la Open Society Foundation, y una amplia cobertura mediática. Prácticamente todos los medios controlados por las seis grandes corporaciones que dominan las ondas, se hacían lenguas de la proyectada Marcha de Mujeres sobre Washington. En realidad, no se convocaba sólo a mujeres, sino a la “gente de todos los géneros, edades, razas, culturas, afiliaciones políticas, discapacidades y antecedentes (sic)”, con el fin de “afirmar nuestra común humanidad y pronunciar nuestro valiente mensaje de resistencia y autodeterminación”.
Más vergonzoso fue ver a una Angela Davis, otrora referente del feminismo negro revolucionario, vendida al Partido Demócrata para servir de reclamo a los sectores izquierdistas
    “Resistencia” era ya el lema del Partido Demócrata en su nuevo papel de oposición. Por supuesto, como se saben el ombligo del mundo, quisieron que la convocatoria tuviese réplicas a nivel global. Para la pátina feminista que debía tener el evento, ligaron oportunistamente su lucha con las que en meses previos habían protagonizado las mujeres en Argentina, India, Polonia, Irlanda, contra la violencia machista y los recortes de los derechos reproductivos. Y, para garantizarse la simpatía mundial, los grandes medios ya habían denigrado lo suficiente a Trump (no digo inmerecidamente sino interesadamente). Elaboraron una tabla reivindicativa que contenía una ensalada de muy variados elementos: tiraron de las justas demandas de los grupos de oposición que están hoy más activos en EEUU: contra el encarcelamiento masivo y la brutalidad policial, los que luchan por la extensión de los derechos reproductivos y la sanidad pública, por el aumento del salario mínimo, por los derechos de los inmigrantes sin papeles, contra la contaminación del agua…, casi siempre con la coletilla  “para todas las mujeres, incluidas negras, indígenas, pobres, musulmanas, lesbianas, discapacitadas, queer y trans”. Todo resumido en la demanda de “una economía que funcione con transparencia, responsabilidad, seguridad y equidad” (lo que quiera que eso sea). Curiosamente, ninguna mención a la política exterior norteamericana.
    Bajo el lema “Los derechos de las mujeres son derechos humanos”, el 21 de enero de 2017 se llenaron las calles de Washington, otras ciudades de EEUU y más allá de una marea colorista, en la que destacaban los gorros de lana rosa con orejas de gato (en alusión al pussy), que hoy son ya merchandising. Las manifestaciones fueron, en efecto, multitudinarias. A diferencia de otras, sin policía acosando y con la presencia de señeros políticos y políticas demócratas, que tuvieron que aguantar algún abucheo; no así las celebrities de Hollywood y la industria del atontamiento -ya se sabe, feministas de toda la vida-, cuyos discursos fueron vitoreadas por la multitud mientras los periodistas rosas (Vogue, Vanity Fair…) sacaban fotos. Más vergonzoso fue ver a una Angela Davis, otrora referente del feminismo negro revolucionario, vendida al Partido Demócrata para servir de reclamo a los sectores izquierdistas(cuando se cae desde muy alto se llega muy bajo).
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   Ángela Davis, ex revolucionaria cooptada en la actualidad por el Partido Demócrata, sugirió la necesidad de votar por Hillary Clinton en las pasadas elecciones presidenciales de EE.UU., como mal menor frente a Donald Trump
     Al día siguiente, los medios calificaban el evento como la mayor manifestación en la historia de EEUU. Entusiasmadas por el éxito, en febrero ya estaban las promotoras pergeñando la organización de una International Women’s Strike (Huelga Internacional de Mujeres), para celebrar el 8 de Marzo. En septiembre, la revista Time las incluía en la lista de las personas más influyentes de 2017.
    Ha pasado un año desde entonces. En todo este tiempo, el nuevo programa político del Partido Demócrata se resume en una frase: no somos Trump; y su estrategia en una somera etiqueta-hashtag: Resistance. Su práctica en el día a día, sin embargo, ha sido la de votar con los republicanos el aumento del gasto militar, los ataques a Siria, el espionaje masivo, el fin de la neutralidad en Internet, la eliminación de controles a los grandes bancos, la privatización de la enseñanza, el alza del precio de los medicamentos... Hoy se venden como los defensores de los inmigrantes sin papeles, cuando las deportaciones masivas comenzaron en la era de Obama. Laresistance es en realidad assistance. Pero, de puertas afuera, la resistanceprosigue, y este año hemos sido debidamente informados tanto de los preparativos como del desarrollo de la Segunda Marcha Global de Mujeres,celebrada entre el 20 y 21 de enero. El mismo programa-revoltijo que esta vez incluye a los dreamers (inmigrantes que llegaron siendo niños y están en riesgo de deportación). Pero la marcha ha tenido menos afluencia y seguimiento internacional, ya que algunos grupos han retirado su adhesión al darse cuenta de la manipulación. Esta ya se presenta sin caretas. Este año el lema ha sido Power to the Polls (poder a las urnas), una auténtica campaña de registro de votantes para el Partido Demócrata, aunque esto último, claro, no se dice abiertamente. Las llamadas mid-term (elecciones a mediados de mandato para renovar el congreso y parte del senado) están cerca. Las mismas celebrities en las tribunas, esta vez pidiendo a las mujeres que se “empoderen” presentándose como candidatas. La misma sobre-exposición mediática, que no se presta cuando son trabajadoras y trabajadores quienes organizan huelgas y manifestaciones; porque, en definitiva, las Marchas no ponen en absoluto en peligro al Estado y los empresarios al ser un tipo de disidencia totalmente controlada por los aparatos de esas mismas clases.
    Hoy hasta la elite mundial capitalista se ha vuelto feminista. Lo hemos visto en la cumbre económica de Davos. Poniendo en la presidencia del foro a cuatro señoras privilegiadas cuya misión es arruinar la vida a la mayoría de mujeres y hombres del mundo, se nos intenta convencer de que eso es feminismo. Es una de las maneras de succionar toda la savia revolucionaria de este movimiento histórico para convertirlo en un trending-topic, una empresa capitalista o un guiñapo.
La emancipación social de todas las mujeres -no de unas pocas- está íntimamente ligada a la emancipación social del trabajo, lo cual sólo es posible con la lucha de la clase explotada a la que  pertenecemos
        En el movimiento feminista siempre hubo una corriente que tuvo claro que el destino social de nuestro sexo va ligado a la evolución general de la sociedad, cuya principal fuerza motriz es el trabajo y la vida económica. La emancipación social de todas las mujeres -no de unas pocas- está, por tanto, íntimamente ligada a la emancipación social del trabajo, lo cual sólo es posible con la lucha de la clase explotada, a la que pertenecemos. El feminismo es patrimonio de todas las mujeres que dedicaron y dedican su vida a este objetivo, no de las señoras de la clase dominante o aspirantes a ella que se aprovechan del trabajo de otras y de las luchas de otras para su beneficio personal o político. Hoy, sin embargo,cuatro décadas de neoliberalismo han convertido a las corrientes liberal-posmodernas, con sus políticas de la identidad, en hegemónicas dentro del feminismo llamémosle institucional. Han tenido todos los medios para ello. El feminismo revolucionario y, para el caso, cualquier movimiento de liberación, cualquier organización que verdaderamente luche por superar la explotación y la opresión construyendo el socialismo, debe reflexionar hasta dónde quiere ser cooptado, manipulado e instrumentalizado; hasta qué punto va a consentir que nuestras justas reivindicaciones sirvan para sazonar platos que no son nuestros.
Enero de 2018.
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La precariedad y la desigualdad laboral siguen castigando más a las mujeres


Por CGT

CGT: “La explotación laboral que afecta a las mujeres lleva implícita la violación de su derecho fundamental a la igualdad”

La Confederación General del Trabajo (CGT) ha realizado un nuevo comunicado tras conocerse los resultados de la EPA correspondiente al último trimestre de 2017.
La organización sindicalista denuncia que tras estos datos se esconde la verdadera situación de la clase trabajadora que no es otra que la precariedad laboral. Además, esta precariedad afecta en mayor medida a las mujeres al ser el porcentaje de desempleadas mayor que el de los hombres.
En cuanto al empleo, en el último trimestre se han perdido 50.900 puestos de trabajo y la tasa de temporalidad se acerca a la del año 2013. El 30% de los empleos tuvieron una duración inferior a un mes, realizándose la mayoría de los contratos en el sector servicios.
En relación a la temporalidad, de los más de 21 millones de contratos que se realizaron, solo 1’2 millones fueron fijos y 19’5 temporales, siendo nuevamente las mujeres las que ocuparon mayoritariamente empleos temporales.
Por último, las horas extras no pagadas ascienden a 6’4 millones a la semana, siendo los hombres quienes poseen un cúmulo mayor de estas horas.

La CGT considera que esta realidad es demoledora, sobre todo en el caso de las mujeres, haciéndose más urgente y necesaria la próxima huelga del 8 de marzo.


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Recordaremos la libertad. Por qué importa que Ursula K Leguin fuera anarquista


Por Margaret Killjoy
La semana pasada viví en el mismo mundo que Ursula Le Guin, una gran maestra de la ciencia ficción que aceptó premios condenando el capitalismo y parecía, con cada aliento, hablar de los mundos mejores que podemos crear. El lunes 22 de enero de 2018, falleció. Tenía 88 años de edad y sabía que iba a pasar, y por supuesto mi pena es por mí y mi propia pérdida y no por una mujer que, después de toda una vida de buen trabajo luchando por lo que creía, murió siendo querida.
Por Margaret Killjoy
Nunca me ha gustado la parte de la historia en que el personaje del mentor muere y jóvenes héroes y heroínas dicen que no están listas para continuar solas, que todavía le necesitan. Nunca me ha gustado porque me parece un cliché y porque quiero ver la lucha intergeneracional mejor representada en la ficción.
Hoy no me gusta esa parte de la historia porque… no me siento preparada.
La semana pasada viví en el mismo mundo que Ursula Le Guin, una gran maestra de la ciencia ficción que aceptó premios condenando el capitalismo y parecía, con cada aliento, hablar de los mundos mejores que podemos crear. El lunes 22 de enero de 2018, falleció. Tenía 88 años de edad y sabía que iba a pasar, y por supuesto mi pena es por mí y mi propia pérdida y no por una mujer que, después de toda una vida de buen trabajo luchando por lo que creía, murió siendo querida.
Pero también es una pena haber perdido a una de las anarquistas más brillantes que el mundo haya conocido. Especialmente ahora, cuando comienzan los tiempos difíciles que ella dijo que vendrían.
Para ser claro, Ursula Le Guin no se llamaba a sí misma anarquista. Le pregunté sobre esto. Me dijo que no se llamaba anarquista porque no sentía que lo mereciera, que no hacía lo suficiente. Le pregunté si le parecía bien que la llamáramos así. Dijo que sería un honor para ella.
Ursula, te prometo que el honor es nuestro.
*  *  *
Cuando pienso en ficción anarquista, la primera historia que me viene a la cabeza es una simple, llamada El bosque de Ile, apareció en la recopilación de Le Guin de 1976 Países Imaginarios. La narrativa está enmarcada por dos hombres que discuten la naturaleza del crimen y la ley. Uno sugiere que algunos crímenes son simplemente imperdonables. El otro lo refuta. El asesinato que no es en defensa propia, argumenta el primero, es imperdonable.
El narrador principal de la historia continúa relatando la historia de un asesinato —una historia vil, una historia misógina— que te deja incómoda y con la conciencia de que, en ese caso particular, no habría justicia en buscar venganza o repercusiones legales contra el asesino.
En pocas palabras, sin siquiera intentarlo, ella socava la fe del lector tanto en los sistemas legales codificados como en tomarse justicia por la propia mano.
No es que Le Guin llevara sus ideas políticas a su trabajo. Es que un mismo espíritu animó tanto su escritura como su política. En un post de 2015 de su blog llamado Utopiyin, Utopiyang, escribe:
El tipo de pensamiento que por fin estamos empezando a construir sobre cómo cambiar los objetivos de dominación humana y crecimiento ilimitado por los de adaptabilidad humana y supervivencia a largo plazo es un cambio del yang al yin, por lo que implica la aceptación de la transitoriedad y la imperfección, la paciencia con la incertidumbre y la improvisación, la amistad con el agua, la oscuridad y la tierra.
Ese es el espíritu anarquista que animó su obra. El anarquismo, tal y como yo lo veo, se trata de buscar un mundo mejor aceptando la transitoriedad y la imperfección.
Paso mucho tiempo pensando, leyendo y aprendiendo de otras personas sobre cómo la ficción puede comprometerse con la política. No quiero poner a Le Guin en un pedestal –ella misma se negó a que la gente le denominara como un genio en su campo– pero nadie ha escrito ficción política con su misma habilidad para expresar una metáfora de la longitud del libro.
El libro del que más fácilmente puedo hablar Los Desposeídos, porque es la novela utópica anarquista más leída del idioma inglés. Cuando una anarquista como Le Guin escribe su utopía, es explícitamente “una utopía ambigua”. Lo dice en la portada. Es la historia de un científico anarquista en desacuerdo con su propia sociedad anarquista y las convenciones sociales sofocantes que pueden surgir en el lugar que ocupaban las leyes. Es una historia de esa sociedad anarquista, que está lejos de ser perfecta, pero que que supera favorablemente la comparación con el capitalismo y el comunismo de estado. También es una historia sobre lo hermosas que pueden ser las relaciones monógamas una vez que no son obligatorias. Cuando los anarco-curiosos me pidenreguntan por una novela que explore el anarquismo para leerla, no siempre la sugiero, ya que el mundo anarquista representado es muy sombrío (suelo optar, más a menudo que no, por La Quinta Cosa Sagrada de Starhawk). Es un texto demasiado anarquista para servir como propaganda.
Le Guin también era pacifista. Yo no, pero respeto su posición al respecto. Creo que fue el pacifismo lo que le ayudó a escribir sobre la lucha anticolonial violenta con tanto matiz como lo hizo en El nombre del mundo es Bosque. Hay una bondad inherente en la violencia de ese libro, que enfrenta a una raza alienígena indígena (por cierto, la inspiración para los ewoks de La Guerra de las Galaxias, en caso de que necesites más pruebas de que los anarquistas inventan todo) contra invasores humanos. La gloria de la lucha se silencia, se retrata de manera realista. Su gloria es tan peligrosa como la propia violencia, como debería ser.
Le Guin y otros autores abrieron las puertas de lo que podría ser la ciencia ficción, tratando cuestiones de las ciencias sociales tal como se venía haciendo con las ciencias duras. Su novela La mano izquierda de la oscuridad trata sobre personas que alternan entre hombre y mujere. Según tengo entendido, fue una obra sin precedentes cuando salió a la luz en 1969. No me ha gustado tanto como algunos de sus otros libros, pero no estoy segura de que pueda imaginarme cómo sería el mundo si nunca se hubiera escrito. No puedo señalar otro trabajo que haya hecho más para sembrar la idea de que el género puede y debe ser fluido. Es posible que mi vida como mujer trans no binaria fuera completamente diferente si Ursula no hubiera escrito ese libro.
La Rueda Celeste es una ficción psicodélica en su máxima expresión y una parábola del poder que poseen los artistas y aquellos que imaginan otros mundos. Proféticamente, explora una sociedad destruida por el calentamiento global.
Para los niños más afortunados de mi generación, Terramar, la serie fantástica de Le Guin, cumplió el papel que Harry Potter tiene para gente más joven que yo. Ojalá lo hubiera leído de niña, aunque no me arrepiento de haber leído The Hobbit. En el mundo de Terramar, los villanos que amenazan al mundo son facetas de los héroes que tienen que salvarlo.
Sin embargo, las palabras que Le Guin ha escrito y que más han significado para mí son sus historias cortas. Si quieren entender por qué tanta gente lloró al oír su muerte, lean Los que se alejan de Omelas. Es, simplemente, y no digo esto de forma hiperbólica, perfecta. Es corta y hermosa, y exactamente el tipo de historia que puede cambiar el mundo.
No he leído todos los libros de Le Guin, y tengo que admitir que hoy me alegro de ello. Me alegro de que haya más historias suyas esperándome.
La mano izquierda de la oscuridad
Cuando me iniciaba en el anarquismo, quería saber qué tenía que ver el anarquismo con la ficción. Obtengo la mayoría de mis ideas hablando con gente inteligente, así que me propuse hacerles mi pregunta a las personas inteligentes. Escribí una carta a Ursula Le Guin y se la envié a su apartado postal. Me devolvió el correo electrónico y la entrevisté por lo que pensé que sería un fanzine.
Ese fanzine se convirtió en mi primer libro, que comenzó lo que desde entonces se ha convertido en mi carrera y, presumiblemente, en el trabajo de mi vida. Ella no tenía literalmente nada que ganar ayudándome, animándome y prestándo su tremenda credibilidad social a mi proyecto. Me gusta pensar que estaba emocionada por hablar explícitamente sobre anarquismo de una manera que no podía hacerlo a menudo, pero francamente, podría estar proyectando mis esperanzas en ella.
Pienso en su bondad hacia mí como un acto de solidaridad entre dos personas que luchan en la misma lucha.
Esa es una de las mayores razones por las que he llorado tanto su muerte.
Vivimos en el capitalismo. Su poder parece inexorable. También lo parecía el derecho divino de los reyes. Ursula Le Guin.
Más tarde en ese mismo proyecto de libro, empecé a preguntarme por qué me importaba tanto por qué este o aquel autor se identificara como anarquista o trabajara en proyectos anarquistas. Siempre he estado menos preocupada por los límites de nuestra ideología y más interesada en las palabras y acciones que fomentan el libre pensamiento, en los individuos autónomos que actúan cooperativamente. Que Le Guin se llame a sí misma (o nos permita llamarla) o no, una anarquista no cambia lo que ha escrito o cómo ha impactado al mundo. Muchos de los mejores y más benéficiosos/as escritores/as, activistas y amigos/as que conozco, o de los que tengo conocimiento, no se califican como anarquistas, y eso no cambia el amor que tengo por ellos/as. Nunca he estado particularmente entusiasmada con la cultura de las celebridades, el culto al o simplemente la fama como concepto.
Sin embargo, me importaba —todavía me importa— que Le Guin fuera un anarquista.
Finalmente entendí por qué me preocupa tanto. Me preocupo porque significa que esas historias que han significado tanto para mí fueron escritas por alguien con quien estoy alineada en muchas esperanzas y en sueños muy específicos. Me importa por que puedo usar sus propias palabras para destripar a cualquiera que intente recuperarla en algún otro campo —digamos, progresía capitalista o comunismo de estado— y usar su celebridad para promover causas que no apoyó o a las que no se opuso activamente. Me preocupo porque los logros de los/as anarquistas han sido borrados una y otra vez de la historia, y Le Guin es famosa por algunos logros muy específicos e innegables que serán muy difíciles de borrar. Tal vez es culto a la heroína. Tal vez sea admirarse en un reflejo ajeno. No lo sé. Sólo sé que me hace sentir orgullosa de ser anarquista.
No tengo muchos héroes ni muchas heroínas. De la mayoría de mis autores/as favoritos/as, aspiro a ser su compañera. Ursula Le Guin era una heroína. Me enseñó sin saberlo. Alentó mi escritura tanto directamente, diciéndome que estaba entusiasmada por lo que yo escribiría, como indirectamente, diciéndome por qué vale la pena escribir y también con su libro sobre cómo escribir Steering the Craft (inédito en español).
Ahora mismo, estoy pensando en sus palabras sobre la importancia de las palabras. Cuando me alejo de la mayoría de las organizaciones, pienso en lo que me dijo hace una década:
Los/as anarquistas activistas siempre esperan que sea una activista, pero creo que se dan cuenta de que sería pésima, y me dejan volver a escribir lo que escribo.
Pero sabía que las palabras por sí solas no son suficientes. El arte es parte del cambio social, pero ni de lejos lo es todo. Le Guin también hizo un trabajo ingrato, asistiendo a manifestaciones y rellenando sobres para cualquier organización que pudiera usar su ayuda. Es esa dicotomía lo que la hace mi heroína. Quiero que todo el mundo me deje con mi escritura y que no espere que me organice, pero también quiero ser útil de otras maneras.
Anoche, tres de nosotras intercambiamos mensajes en Signal sobre su muerte. “Ahora depende de nosotras”, dijimos. “Ahora tenemos que trabajar más duro sin ella”, dijimos. Los mensajes en Signal son a veces como susurros. En plena noche decimos las cosas que nos asustan.
En 2014, Le Guin le dijo al mundo:
Se avecinan tiempos difíciles, en los que vamos a desear voces de escritores/as que puedan ver alternativas a cómo vivimos ahora, que puedan ver otras formas de vivir más allá de nuestra sociedad asolada por el miedo y sus tecnologías obsesivas, e incluso imaginar verdaderas bases para la esperanza. Necesitaremos escritores/as que recuerden la libertad —poetas, visionarios/as— realistas de una realidad más grande.
No me siento preparada, pero nadie lo está. La verdad es:  Lo estamos. Hay escritores que recuerdan la libertad. Tal vez ahora más de lo que nunca ha habido. Hay historias que necesitan ser contadas, y las estamos contando. Walidah Imarisha se lo dirá. Adrienne Marie Brown se lo dirá. Laurie Penny se lo dirá. Nisi Shawl se lo dirá. Cory Doctorow, Jules Bentley, Mimi Mondal, Lewis Shiner, Rebecca Campbell, Nick Mamatas, Evan Peterson, Alba Roja, Simon Jacobs, y más gente de la que puedo conocer o enumerar se lo dirá. 1
Todos/as nosotros/as las contaremos, las unas a los otros, por cualquier medio. Recordaremos la libertad. Quizá hasta lleguemos allí.
La autora hablando con Ursula K Le Guin en Powell’s Books en 2010
Margaret Killjoy [web | Twitter] se define como autora itinerante y anarquista.
Tiene varios libros publicados en AK Press. De ficción como A Country of Ghosts, una utopía situada en el siglo XIX, What Lies Beneath the Clock Tower, novela steam-punk del tipo “elige tu propia aventura” y la guía de ciencia imaginaria A Steampunk’s Guide to the Apocalypse. También libros de no ficción como Mythmakers & Lawbreakers, un estudio sobre autores/as anarquistas de ficción y We Are Many, un ánálisis sobre el movimiento Occupy.
También ha escrito relatos para diversas publicaciones, y coordinó la revista SteamPunk Magazine.
En Alasbarricadas publicamos su artículo Izquierda desde abajo: expandiéndose en el mapa político.
  • 1.Esta lista no implica ninguna afiliación política de los/as autores/as, sólo enumero algunos/as escritores/as que, creo, recuerdan la libertad

Por Margaret Killjoy para Crimethinc. Traducción de CDC


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