RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

sábado, 31 de marzo de 2018

Urbanismo Feminista. Una tesis con perspectiva de género


Cerrando el mes de la mujer, Espacios quiso saber cómo el feminismo contribuye a una arquitectura más igualitaria. Para ello conversamos con tres estudiantes, Emiliana Osorio, Andrea Alzamendi y María Gracia Vallejo, que eligieron este enfoque para su tesis de grado. El diálogo a continuación.
¿Por qué eligieron este tema?
María Gracia Vallejo– Por búsquedas personales y porque nos engloba a todas. Más allá de cómo nos encontramos y las experiencias por las que atravesamos cada una.
Emiliana Osorio– Lo primero que me comenta es que el tema ya lo tenía definido, ella buscaba un grupo que esté interesado en trabajarlo. El tema era Urbanismo feminista o con perspectiva de género.
Andrea Alzamendi– Es una mirada de la arquitectura que no puede reducirse a varón/mujer. Para evitar por ejemplo que en un shopping el hombre no puede ir a cambiar a un niño porque los cambiadores están sólo dentro de los baños de mujeres.
EO– La respuesta al ¿Por qué? sería: ¿Por qué no? Porque sí y porque es necesario.
MGV– Cuando me refería a las búsquedas personales, pensaba en que cada una, sin conocernos, en el recorrido por la facultad fue observando, estudiando, de manera critica el rol de la mujer en nuestra disciplina. Se habla de economía feminista, sociología feminista, arte feminista, y eso es una forma de ver el mundo, es una postura política, donde me paro miro el esquema de las cosas y que bueno es unirlo a mi disciplina, que es el camino que elegí para mi vida. Poder llevar la postura que tengo frente a mis relaciones, mi familia, mi ciudad y también mi trabajo.
¿Tuvo resistencia en lo que fue la propuesta en la Cátedra de Tesis?
EO– Para mí estuvo disfrazado, fue todo muy protocolarmente correcto en un primer momento. El primer comentario de la adjunta de la cátedra cuando nos vio llegar nos dijo “ahí vienen las tira-bomba”. Lo primero que se nos dijo fue que usemos la palabra “Urbanismo con perspectiva de Género” o “Accesibilidad” y no “Feminista” y eso fue una lucha.
AA– Llamó la atención y fue un descubrimiento para nosotras. ¿Qué queremos decir? Y cuanto más se lee, una más se convence de que es “Feminismo” la palabra adecuada y no “con perspectiva de género”.
MGV– Se debatió sobre urbanismo inclusivo, feminista, universal, con perspectiva de género. Y no nos terminaba de cerrar, era como esquivar la real definición de “Feminista”.
Y para quienes no tienen ni idea: ¿cómo definirían urbanismo feminista?
EO– Es una nueva manera de mirar, de pensar el espacio, desde una accesibilidad plena. Dejar los binomios y estereotipos: hombre/mujer, donde hay solo dos opciones de manera estandarizada. Es atravesar el espacio público, ese es el interés. Una mirada mucho más abarcativa.
MGV– Es un urbanismo que centra la vida de las personas en las decisiones urbanas. Pero va mas allá, es pensar de qué manera se toman esa decisiones, quienes son los que están a cargo del planeamiento urbano. Ver que no son neutrales esos espacios, esas elecciones. Ver que generalmente son hombres, blancos, sanos, heterosexuales, y que no se debe ser ingenuas en eso, y visibilizar cuantos quedan por fuera, y que por la sola participación no integra a todos los colectivos.
AA– Al pensar el urbanismo centrado en la mitad de la población: hombre sano, blanco, heterosexual, de clase media, con vehículo para moverse, se deja de mirar a las personas que caminan con cochecitos, que andan con bolsas, que se mueven en transporte público.
Como también la distinción entre mujer/ hombre y ahí es donde empieza el tema de CUIDADO. Los medios, la economía, aportan solo a los hombres que producen. Y se excluye a las personas que se dedican al cuidado, que mayormente son mujeres: de niños, personas con discapacidad, adultos mayores. La calle, la vereda, la garita del colectivos, lo que se trasmite a lo físico, no se piensa en este grupo de personas que necesita de otras cosas.
Por eso el feminismo, no tiene nada que ver con estar en contra de los hombres, no es la contracara del machismo, es yo te incluyo a vos e incluyo a otros, es sumemos y repartamos para todos y que el espacio sea condicionado para todos. Que el espacio esté preparado para la vida cotidiana y la producción, que se mezclan. Y más ahora que ya no es: hombre en lo público -trabajando y mujer en lo privado -cuidando de la casa. Hoy se está ampliando, se mezclan los trabajos que hacen los dos.
MGV– Pensar en las trayectorias humanas en donde en algún momento podes estar accidentado, ser madre-padre, ser adulto mayor, trabajas en lo domestico o en lo productivo. Este tipo de urbanismo pone el acento en estas dos esferas dialécticas: productiva-reproductiva, donde es necesario que la ciudad pueda albergar ambas y ver la singularidad de cada colectivo humano.
EO– El urbanismo tradicional empieza a quedar obsoleto al cambiar la actividad de la mujer, quienes más usan el espacio, no son contenidas por el.
AA– ¿Somos autónomas a la hora de pensar el espacio público?, ¿somos libre de acoso, de miradas, de las palabras, te sentís segura? Eso también es el feminismo, es autonomía, autarquía, autodeterminación y todo ello trasladado al espacio y a su utilización. El espacio público inclusivo refuerza la autonomía de las mujeres y de los diversos colectivos.
MGV– ¿Qué diferencia hay entre una urbanista feminista y una que no lo es? Es que haya pasado por su propio cuerpo la experiencia y quiera aplicarla a su disciplina y empezar a ver la realidad de otra manera.
EO– Pensar en todas esas prácticas que naturalizo y que es momento de cuestionar.
¿A qué aspiran con esta tesis?
EO– Escuchando a referentes de la temática, queremos mostrar que hay otro urbanismo.
AA– Repensar temas establecidos, incluso académicamente establecidos, replantearse si hay ciertas estructuras limitantes, darse la oportunidad de construir visión. Hay un mundo que está cambiando y no verlo dentro de la profesión es algo necio.
¿Están próximas a terminar la etapa estudiantil, qué expectativas tienen con respecto a la profesión? 
MGV– Lo mágico de elegir esta temática es como se abren los caminos. “Arquitectura y feminismo” se concretó y hemos podido generar espacios de capacitación, de formación. Y como profesional creo que me para distinta frente al comitente, constructor, constructora, operarios, operarias, me hace repensar mi lugar en mi trabajo de oficina, que lugar ocupo yo en el espacio laboral. Mirar las cosas de otra manera.
EO– Para mí la proyección es perder un poco el miedo y en ese camino ir encontrando referentes. Ya lo hemos charlado varias veces y nos encontramos que no tenemos referentes constructoras. La proyección es un empoderamiento como mujer profesional-arquitecta.
MGV– Pensar en el techo de cristal, pensar que lugares ocupan las mujeres y los hombres. Pensar en los espacios públicos y privados y las diferencias entre las vidas de ambos sexos
Por eso es tan importante el rol de las y los referentes y de visibilizar la labor de la mujer arquitecta. Queremos mostrar que trabajando en equipo se puede combinar lo reproductivo y lo productivo.
EN PRIMERA PERSONA:
María Gracia Vallejo: Estudiante, viajera curiosa, emprendedora, me interesan las lecturas sobre Espacio Público, los procesos creativos – participativos, la interdisciplinaridad y el formar redes. En el urbanismo feminista encontré todo eso sumado a una perspectiva ética-política de la disciplina y la vida.
María Emiliana Osorio: Cantora,,estudiante, feminista. Creo en diversas formas de ver, pensar, sentir y vivir. Ése es mi objetivo principal para con el Urbanismo Feminista: otras formas de espacio público, haciendo de éste un escenario sostén para les usuaries.
Andrea Alzamendi: Estudiante, artesana, lectora. Mi interés por el feminismo parte de una curiosidad temprana de descubrir el porqué de ciertas pautas y restricciones públicas y privadas a veces no dichas pero sí sentidas y descubrir a partir de éste que se pueden presentar diversas formas de mirar lo cotidiano y las relaciones con lxs otrxs. El Urbanismo feminista me presenta otra forma de mirar el espacio público como un lugar en donde todxs somos invitadxs a participar y disfrutar.
http://www.espaciosarq.com.ar/2018/03/29/urbanismo-feminista-una-tesis-con-perspectiva-de-genero/
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"El feminismo no tiene dueño, no es de izquierda ni de derecha"

Fabiana Tuñez, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres


Tuñez admite que tenía prejuicios contra Macri. "El presidente fue muy valiente en poner el aborto en la agenda pública", dice.
Cara a Cara. La presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres recibió a Clarín en su despacho. Allí tiene retratos de Evita, Alfonsina Storni y Machaca Güemes. Foto: Juan Manuel Foglia
Cara a Cara. La presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres recibió a Clarín en su despacho. Allí tiene retratos de Evita, Alfonsina Storni y Machaca Güemes. Foto: Juan Manuel Foglia

-¿Macri es feminista o se hace?
-Bueno... yo tenía mis prejuicios contra él. Y me sorprendió su agenda feminista, la verdad que no lo vi venir.... Yo nunca milité en el Pro, siempre estuve ligada al movimiento de mujeres y debo decir con honestidad que me sorprendió, porque de pronto estamos debatiendo hoy en el país un tema tan postergado como la igualdad, que ni siquiera se trató en la gestión anterior, con una mujer al frente del Gobierno. Yo lo conocí a Macri a las tres semanas de haber asumido, cuando le comenté a la ministra de Desarrollo Social que nunca un presidente había recibido a los familiares de víctimas de femicidios. Y a los tres días me informaron que el presidente se iba a juntar con 5 familiares. Y luego, de a poco, fue apareciendo la agenda feminista como política de Estado.
-Usted militó a favor del aborto desde la ONG feminista la Casa del Encuentro hasta que se hizo cargo del Instituto Nacional de las Mujeres. De alguna manera saltó del otro lado del mostrador y recibió fuertes críticas de un sector feminista por “abandonar la calle” para formar parte de un “gobierno conservador y anti abortista”. ¿Tiene ideología el feminismo?
-El Presidente fue muy valiente en poner el aborto en la agenda pública. Ojalá haya muchas mujeres feministas en todos los sectores políticos, gremiales, universitarios... La única ideología del feminismo es la que lucha por la igualdad de sexos y la no violencia, desde el lugar que se puede. Yo no creo en el femistómetro. A mí me duele mucho cuando alguien se adueña de la vara para medir quién es más feminista que quién. El feminismo no tiene dueño. Cuando acosan a una mujer o cuando la matan, no le preguntan si es de derecha o de izquierda.
- ¿La agenda feminista, con el aborto, la licencia por paternidad y la paridad salarial, la instaló el Gobierno o la calle?
- Las dos cosas. Hay una agenda que trabajamos desde el movimiento de mujeres hace muchos años y que se ha instalado con fuerza en la sociedad desde 2015, luego de las marchas #NiUnaMenos. Y también hay que decir que el Gobierno supo escuchar ese reclamo de la sociedad. Habilitó un debate muy postergado. Esto tiene que ver con el estilo de Macri, de preguntar y escuchar, a pesar de las distintas voces de su gobierno.
- A propósito, no cree que faltan más voces de mujeres en un gobierno que busca ser “feminista”. De los 20 ministerios solo dos (Desarrollo Social y Seguridad), están al frente de mujeres. ¿Está a favor del cupo femenino?
-Hay que seguir trabajando, yo soy una defensora histórica de la ley de paridad. Es cierto que faltan más mujeres en el gobierno, pero de a poco vamos a ir transitando hacia un mayor equilibrio entre los sexos, porque eso le hace bien a la política. Ahora son pocas pero se hacen notar: son fuertes, de peso, con voz alta. Además, por primera vez tenemos una gobernadora en una provincia históricamente gobernada por hombres. Yo, por ejemplo, en mi Instituto tuve total libertad para nombrar a las mujeres que me acompañan, todas expertas en sus temas, se jerarquizó el organismo, que este año tiene un 30% más de presupuesto y ampliamos la línea 144 de atención a las mujeres. El presidente demuestra con hechos, no con palabras, que está dispuesto a defender la agenda feminista.
-Según un reciente relevamiento de Clarín, la iniciativa de legalización del aborto tiene 102 diputados en contra y 94 a favor, aunque hay al menos 29 indecisos y otros 19 que todavía prefieren no pronunciarse. ¿De qué lado cree que se inclinará la balanza?
-¡Ahhhh, si tuviera la bola mágica!. Yo creo que ya es un paso muy importante que el debate llegue al recinto. Lo que tiene que quedar claro es que en la Argentina ya no hay ningún tema tabú, ni siquiera el aborto. En democracia se deben debatir todos los temas y buscar los puntos en común.
- ¿Qué opina de las denuncias por acoso sexual retroactivas? ¿Tienen que tener alguna “fecha de vencimiento” o no?
- Yo creo que siempre es bueno que una mujer se anime a denunciar, porque nos enseña. Si una mujer se sintió en algún momento acosada, violentada, y luego de todo un recorrido entiende que eso no estuvo bien, adelante, que denuncie. Aprendió que no debe naturalizar lo que le pasó. Antes, si alguien le decía una grosería por la calle, bueno, se la bancaba. Ahora no. La mujer fue tomando conciencia de qué tipo de conductas no quiere más. Y se lo deja bien claro a los que todavía no entendieron que las cosas cambiaron, que lo que antes era gracioso hoy es violento.
-El movimiento #MeToo, apoyado por más de 300 figuras norteamericanas, animó muchas de esas denuncias. ¿Avala usted los escraches públicos o cree que las denuncias deben hacerse primero ante los tribunales? ¿Está bien que la condena social en las redes reemplace a la Justicia?
- Siempre es mejor ir a la Justicia, pero también es cierto que no todas las mujeres están en condiciones de hacerlo, y que la Justicia es muy lenta. Hay jueces que tienen que sacarse esa venda machista que tienen puesta para empezar a mirar la realidad con lentes violetas, el color de la lucha de las mujeres.
- Vargas Llosa dijo la semana pasada que las feministas radicales son las mayores enemigas de la literatura y criticó un proyecto español que pretende eliminar de las aulas a autores considerados machistas, como Pablo Neruda. ¿Hay riesgo de que cierto feminismo se convierta en un nuevo totalitarismo?
- Hay muchos varones que se agarran de esa minoría que es el feminismo extremo para justificar y seguir sosteniendo la cultura patriarcal y machista. En realidad esos grupos radicalizados hoy por hoy son minoritarios dentro de lo que es un movimiento de mujeres, y no le hacen nada bien. No estoy de acuerdo con eliminar a autores machistas de la escuela, en todo caso hay que fomentar el espíritu crítico, hay que cuestionarlos, pero no prohibirlos. Ya tuvimos demasiadas prohibiciones. Los cambios en toda sociedad se tienen que ir produciendo de a poco. Hay procesos que se van decantando solos. Seguro que irán apareciendo autores nuevos que hablarán de otras cosas. Hace 60 años los escritores hablaban de esa sociedad, reflejaban lo que pasaba en ese momento.
- Hablando de extremos....¿Defiende el lenguaje inclusivo? ¿Utiliza la palabra “portavoza”?
- Creo que lo que no se nombra no existe. Si entrás a un lugar y hay hombres y mujeres, está bien referirse a “todos y todas”, pero tampoco hay que sumergirse en profundidades..... No creo que haya que usar el término portavoza cuando hay otras palabras neutras que pueden identificar a varones y mujeres.

- Hace algunos años usted se dedicaba a vender y comprar autos. ¿A quién nunca le compraría un auto usado?
- A ningún fundamentalista, ya sea hombre o mujer. No me gustan de ningún color
- Luego de la masiva movilización por el Día de la Mujer (8M) muchos hombres admiten sentirse descolocados... Reconocen que ya no saben cómo encarar a una mujer, si tienen que pagar en la primera cita o abrirles la puerta del auto... El otro día, por ejemplo, un editor de este diario decía medio en broma y medio en serio que hoy el peor insulto para un varón es que lo tilden de machista. ¿Vamos hacia la “era del piropo 0”?
- ¡Ojalá! Creo que los varones están entendiendo que el piropo no es algo inocente, porque pone a la mujer en el lugar de un objeto.
-¿Pero eso no es fundamentalismo también? ¿Acaso no existe el piropo buena onda, el que hace sentir bien a una mujer?
- El problema es cuál es el límite..., tal vez para una mujer es buena onda, pero para otra no. El piropo tiene trampas... Después vienen las confusiones y el varón se cree con derecho a más...
- Cuando Cacho Castaña dijo aquella polémica frase sobre la violación (”si es inevitable relájate y goza”), usted lo citó para hablar. ¿Se reunieron? ¿Se puede educar a los “viejos machistas”?
- No, no, no vino... Yo creo que una persona que ha vivido 60 años en el machismo es muy difícil que pueda cambiar. Hay que apostar a las nuevas generaciones. Recién vamos a ver los cambios en los chicos que ahora están haciendo el jardín de infantes.... Tienen que pasar 20 años para que tengamos la primera generación de hombres y mujeres nacidos y criados con los mismos parámetros. En el medio tenemos que ir adaptándonos...

- A pesar de todas las marchas y la mayor toma de conciencia sobre la violencia de género, ¿por qué no bajan los femicidios? ¿Qué estamos haciendo mal?
- Es cierto, en los últimos 10 años no logramos bajar las muertes. Se produce un femicidio cada 30 horas. Y es porque todavía está muy arraigada la cultura machista, sobre todo en las provincias, y en la propia Justicia, donde aún se sigue desconfiando de la mujer. Pero igual hay algo positivo: las llamadas al 144 para pedir ayuda y asesoramiento no paran de crecer. Hay mayor conciencia. Eso nos permite ver el vaso medio lleno: son mujeres que se animan a dar el primer paso.
- Ya se habla de “la revolución imparable” de las mujeres, pero ¿puede haber una verdadera revolución con el vaso por la mitad?
- Sí, yo creo que esta revolución es imparable, porque el camino no empezó ahora, viene desde hace mucho tiempo, cuando las mujeres no podíamos votar, estudiar, trabajar. Es un proceso que me trae a la memoria a Julieta Lanteri (primera egresada del Colegio Nacional de La Plata), que dijo que aunque las mujeres no podían votar, nada les impedía presentarse para ser elegidas... Y entonces se presentó a una elecciones municipales de principios de 1900. Todos se burlaron de ella, pero Julieta siguió adelante, con su vestidito blanco, parada en el banco de una plaza, haciéndose escuchar. Obvio que no ganó, pero dio un gran paso. Y muchos de los derechos que hoy gozamos son gracias a las mujeres que nos precedieron. Hoy seguimos avanzando. Somos imparable, claro que sí.

https://www.clarin.com/opinion/feminismo-dueno-izquierda-derecha_0_H1Giwv69z.html


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El sacerdote de Tobarra vincula la “ideología de género” con la Inquisición

Por Kaos. Estado español


Tal vez debería recordar que, por más que se mire, parece tener bastantes más vinculaciones con la Inquisición la Iglesia Católica, a la que él representa, que la lucha feminista. 
Tras las declaraciones hace unas semanas del Obispo Munilla, donde  cargaba contra el feminismo, llegando a decir que “las feministas tienen el demonio dentro”, ahora se suma a la polémica el cura de Tobarra (Albacete), el cuál cargaba en su sermón de este viernes santo contra la que ellos denominan como “ideología de género” y decía que es “propia de una dictadura o una Inquisición”.
Tal vez debería recordar que, por más que se mire, parece tener bastantes más vinculaciones con la Inquisición la Iglesia Católica, a la que él representa, que la lucha feminista.

El sacerdote de Tobarra vincula la “ideología de género” con la Inquisición

“¿No se está imponiendo una visión sesgada del ser humano, la sexualidad, el cuerpo humano y de las relaciones varón-mujer?” ha dicho durante su sermón de Viernes Santo el párroco de la localidad albaceteña.
El sacerdote de Tobarra (Albacete) ha cuestionado durante el sermón que ha ofrecido en la procesión del Viernes Santo la ideología de género y la ha vinculado con la Inquisión o una dictadura: “¿No se está imponiendo una visión sesgada del ser humano, la sexualidad, el cuerpo humano y de las relaciones varón-mujer?”, ha dicho.
El sacerdote ha cargado contra el proyecto de ley que existe en el Parlamento español, “que casi nadie sabe que existe”, para “imponer a todos los niveles” esta visión. “Incluye hasta un sistema de vigilancia y de sanciones para quien lo acepte .¿Es propio de un sistema democrático imponer una ideología, sancionar la libertad de expresión? ¿No es esto más propio de una dictadura o una Inquisición?“.
“Oímos hablar de la cuestión de género, del no sexismo, de los derechos trans. Detrás de todo esto hay en primer lugar personas, y mucha veces que sufren y que además muchas veces son tratadas injustamente y eso no puede seguir así”, ha indicado, para preguntarse “si es la ideología de género la respuesta adecuada a su sufrimiento”.
También ha cuestionado si esta ideología tiene “base científica sólida”. “Con la excusa de defender los justos de derechos de la mujer y de reconocer la llamada expresión sexual ¿No se está imponiendo una visión sesgada del ser humano, la sexualidad, el cuerpo humano y de las relaciones varón-mujer?”, ha añadido.
Para este sacerdote, la ideología de género se está “imponiendo como la única solución posible y se impone sin darnos cuenta”. “Esta ideología afirma que no hay diferencias entre varón y mujer, y que el sexo biológico no afecta para la identidad sexual”, ha apuntado.
Con todo, se ha preguntado igualmente por qué se desconocen los estudios científicos suecos sobre el alto nivel de suicidios y trastornos psiquiátricos en quienes se someten a hormonación y cambio de sexo y que “son personas que siguen sufriendo porque lo que se les ha propuesto les ha herido más tal vez”.
“¿No sería mucho mejor guiarse por estudios científicos que existen, valorar las consecuencias de actuaciones y terapias, y buscar soluciones que no rompan la unidad y la dignidad de las personas?”, ha señalado, para afirmar que en la relación de las personas con su cuerpo y su ser hay límites, “los propios de nuestra naturaleza humana y nuestro ser personal”.
También ha hablado de la asignatura ‘Educación por la igualdad’ que se impartirá el curso que viene en Castilla-La Mancha, para cuestionar si respeta el derecho a la educación de los hijos, “que es de los padres antes que los gobernantes”. “¿No recuerda más bien la asignatura del ‘Espíritu nacional’ que nuestros mayores usaron en la dictadura y que ocurren en todos los regímenes totalitarios que existen?”.
“Los deseos y emociones no son nunca criterios éticos fiables ni están por encima de los derechos, y la opinión de la mayoría tampoco”, ha dicho el párroco, para concluir pidiendo que no dejar que se produzca “un verdadero ‘fracking’ humano que dejará heridas tremendas”.
Fuente. Agencias


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viernes, 30 de marzo de 2018

La lucha contra la represión sexual como lucha política

Por Mabel Bellucci
Los debates en los que se cruzan la sexualidad y la política tienen historia y materialidad, publicaciones, editoriales, circuitos y temas. En este ensayo, Mabel Bellucci analiza cómo se pusieron en discusión las relaciones sexuales y personales a principios del siglo pasado a partir de entender que el sistema capitalista condicionaba también esas esferas de la vida.
Por Mabel Bellucci
En la Argentina durante la década del 30 se efectuó un recambio generacional dentro de las filas anarquistas, que generó un envión a nuevas editoriales presididas por agrupaciones, militantes y escritores de talla. De esta manera, se presentó un número variado de iniciativas de corte periodístico, promoción pedagógica y difusión cultural. Por ejemplo, hacia1934 surgió Ediciones Iman. Su oficina funcionaba en la calle Lavalle 1485, en el corazón del barrio de los pleitos, Tribunales. Se publicaba cada quince días un tipo de colección de corte popular llamada Cuaderno Económico. Era de tamaño pequeño y bajo precio. Estaba dirigida a un lector vasto y no sólo cerrado al mundo de la militancia.
Iman como muchas otras, se posicionó entre las editoriales de izquierdas y comerciales en torno a temáticas de suma actualidad que proyectaba catálogos más universales. En efecto, seleccionaba autores y autoras (en cuenta gotas) tanto nacionales como extranjeras de un valor indiscutible en la literatura social de la época, con el objetivo de incorporar una renovación bibliográfica. Iman representaba más que nada una  propuesta de formación intelectual de sus cuadros brindando la posibilidad de ofrecer herramientas imprescindibles para analizar la nueva realidad política y económica del país como de las transformaciones del capitalismo de ese entonces. Comenzó con una primera colección de 12 cuadernos.  Todos ellos se distribuían en los diferentes quioscos y librerías a lo largo de la avenida Corrientes. También se encontraban en la ciudad de Rosario. Su salvoconducto era la librería Ruiz, ubicada en la calle Córdoba 1281.
En sus catálogos incorporó estudios vinculados a la historia del socialismo, a la teoría freudiana, a las grandes cuestiones marxistas junto a escritos políticos alrededor de la situación argentina. Un detalle para no omitir: era el relacionado a la sexualidad y a la lucha entre los sexos. Ahora bien, las iniciativas editoriales ácratas en Buenos Aires, de los años 30, sostuvieron un esfuerzo de producción de saber social e introdujeron importantes renovaciones bibliográficas. Osvaldo Graciano estimó que Imán desplegaba propósitos editoriales similares a los de Nervio, en donde colaboraron gran parte del universo de escritores, ya que se trató de un emprendimiento editorial iniciado por integrantes del mismo núcleo libertario, entre los que se encontraban Juan Lazarte y Abad de Santillán, y dirigido asimismo por Samuel Kaplan, escritor de Combatimos la tiranía. A la vez, Imán otorgó un lugar significativo a la difusión de la realidad política europea, ya sea el comunismo en Rusia como el nazismo y fascismo en los años 20 y 30. Fue un proyecto editorial que logró darle a la difusión cultural un lugar sostenido en el tiempo, con la edición de obras de psicología, teoría sexual y literatura de izquierdas.
Un caso pionero representó la publicación en castellano del libro El sexo y la lucha social de Victor Francis Calverton, Este escritor de izquierda radical, crítico literario y sexólogo estadounidense fue autor también de Antología de literatura negra americana, en 1929, La bancarrota del matrimonio, en 1931, y al año siguiente La liberación de la literatura estadounidense. Entre 1923 y 1933, dirigió una revista marxista independiente, Modern Quarterly. Consistía en correspondencia, escrituras, registros comerciales, fotografías e impresos con muchas de las figuras literarias izquierdistas norteamericana de esos años. Incluido la correspondencia con León Trotsky en la que ambos discutían la naturaleza de la literatura proletaria.
Ahora bien, El sexo y la lucha social presentaba una singularidad no solo por su título sino además por su portada: la misma hacía especial referencia al aborto voluntario. Aparecía una mujer levantando un cartel con la consigna Por el aborto legal. Mientras que otra en posición similar su pancarta decía Por el control de nacimientos. Entre ambas se congregaban en cada extremo de la tapa grupos de niños y niñas que representaban diferentes sectores sociales. Llama la atención que la primera consigna remita más al presente que al clima de los años 30 por una simple razón: las pocas propuestas que se levantaban en aquel entonces no se centraban en la legalización sino más que nada en que el aborto fuese libre y gratuito, es decir, se desconocía el rol del Estado en el control y regulación de la práctica abortiva. En cuanto a la segunda consigna era más afín a dicho período al esgrimir un planteo alrededor del control de la reproducción biológica. Esta última se centraba en el uso de métodos anticonceptivos. En síntesis: cabe la posibilidad que la tapa El sexo y la lucha social haya sido ilustrada con posterioridad a la aparición del libro y que Iman podría haber tenido algún tipo de incidencia sobre esa decisión. Otro dato importante es que a lo largo del texto se abordaba el concepto histórico de la sexualidad; el fondo social de las actitudes sexuales; la mujer y la lucha económica y el lugar del psicoanálisis en la lucha sexual y social.
En efecto, Victor Francis Calverton exploró los mecanismos de dominación entre mujeres y varones bajo el intento de establecer una síntesis entre psicoanálisis, sociología y marxismo. En un párrafo, este escritor planteaba: “Necesitamos una nueva ciencia que deberá llamarse psicosociología cuyo fin será integrar al individuo de la sociedad. Mediante esta ciencia podremos ver además los problemas sexuales no como problemas del individuo sino problemas de la vida de grupos que han sido determinados por la lucha social. Estudiar el sexo como si nada tuviera que ver con la lucha social perecerá cuando esa ciencia haya cuajado”. No cabe duda que el tema de las relaciones entre los sexos haya atraído la atención y servido como una fuente de inspiración para un cenáculo de pensadores de izquierdas vinculados a las nuevas disciplinas teóricas del siglo XX.
El activismo revolucionario sexual
Históricamente los trasfondos de las relaciones personales y la sexualidad, solían y aún suelen adquirir una gran centralidad discursiva a lo largo de un proceso revolucionario. Por ejemplo, el anarquismo formuló una revolución general que alcanzara a las relaciones de los sexos. Pretendían la emancipación de la Humanidad, con mayúsculas, de todas las opresiones y esclavitudes. En ese marco, hicieron hincapié en “la mujer”, considerada la esclava entre los esclavos. Posiblemente, haya una multiplicidad de hipótesis que darían cuenta de esta cuestión. El ideario libertario alcanzó una profundidad singular al impugnar tanto la esfera pública, en su cuestionamiento al Estado, a los partidos políticos y a la Iglesia, como la privada, en su deseo de quebrantar la moral sexual y el modelo familiar imperante.
Si bien este carácter denunciativo en torno a la esfera íntima se presentó en otras corrientes librepensadoras —tales como la socialista y el liberalismo radical— fue con el anarquismo que alcanzó una profundidad singular al levantar un velo sobre el privilegio viril abarcando desde las regulaciones afectivas, los usos cotidianos, hasta los comportamientos sexuales. Sus enfoques siempre se encuadraban dentro de la heterosexualidad como condición fundante de la sexualidad humana y, por consiguiente, dentro de la estructura familiar, siendo ésta el único espacio de expresión y desarrollo del mundo afectivo e íntimo de las personas. Con toda esta batería permeaban las agendas de las vanguardias políticas y sindicales del anarquismo del Río de La Plata.
Dado que auguraban una revolución social, solamente las pasiones sin ningún tipo de frenos, provocarían las condiciones necesarias para el compromiso total y, en este punto, el matrimonio burgués representaba una traba y como la legalización de la sumisión de la mujer por el hombre. En este sentido, proponían un nuevo patrón familiar, basado en el amor libre o la unión libre. Si bien este modo vincular representaba un núcleo duro de las premisas libertarias, no obstante, sus propagadores carecían de una visión uniforme al respecto, la misma conllevaba una acentuada variedad de matices relacionadas con la fidelidad y la durabilidad de la relación. Se abrió, entonces, la posibilidad de abordar desde un análisis laico, las imbricadas cuestiones del placer sexual, prostitución, enfermedades venéreas, abusos sexuales, maternidad, institución familiar, amor libre y métodos anticonceptivos. Pero, en su fructífera producción no aparecieron suficientes referencias a la práctica abortiva. Tampoco surgió una discusión abierta y explícita sobre el mismo y, si se presentó, se hizo, en la mayoría de los casos, a partir de un discurso de censura.
Merece un párrafo aparte el pensamiento del biólogo, médico sanitarista, sociólogo, profesor universitario, ensayista, Juan Lazarte, nacido en Rosario, en 1891. A lo largo de su vastísima producción surgió una búsqueda de respuestas a un conflicto social pero, también, esa preocupación encerraba ciertos prejuicios propios de ese clima de época. Su libro El control de los nacimientos tuvo una amplia difusión en España durante la II República, en 1931. Lazarte planteaba que el aborto inducido existió en todas las sociedades humanas. Ahora bien, para su mirada abortar no significaba lo mismo para una clase social que para otra. Según él, en la burguesía resultaba una práctica voluntaria y más que generalizadas: en esa circunstancia el aborto era condenable. A diferencia, los sectores populares estaban arrastrados a llevarlo a cabo no tanto por propia voluntad, sino por el hecho de estar condicionados por su pertenencia de clase. Ya sea por causas económicas, insalubridad en el trabajo, deterioro físico, o por multiplicidad de embarazos y partos prematuros, las mujeres pobres recurrían al aborto o abortaban naturalmente. Bajo esta situación, no decidían en nombre de su propio cuerpo y de su libertad sino que eran obligadas por el imperativo social. En su libro Los límites del nacimiento. Contribución al estudio de los problemas sexuales postulaba que “para esta clase de galeotes, el embarazo es una cadena más brutal que la prisión. Las que son casadas (y con el concepto que tiene el macho de su voluntad soberana) necesitan prestarse a los deseos del marido. Está demostrado que el obrerismo predispone a la muerte durante el embarazo por favorecer los abortos y los partos prematuros”. En tanto que los voluntarios se correspondían con mejores condiciones económicas.
Más allá de los planteos anarquistas, esta etapa histórica tuvo al psicoanalista austríaco, exponente de la “izquierda freudiana” y del llamado “marxismo freudiano”, Wilhem Reich, como referente cumbre y guía para el activismo revolucionario sexual durante la posguerra. En 1930, Reich participó en el nacimiento de la “Asociación Alemana para una Política Sexual Proletaria” conocida también como Sex-Pol o Sexual Politik (Política Sexual), cofradía deseosa por unificar la diversidad de los movimientos sexuales existentes. Reich ambicionaba “radicalizar la acción de las masas”, para una lucha frontal contra el matrimonio y la familia burguesa como las principales causantes de la represión sexual. Reich fue médico, miembro de la Asociación Psicoanalítica, estudiante de neuropsiquiatría, asistente en el Policlínico vienés dirigido por Freud y un psicoanalista que se alejó de la burguesía para trabajar con las clases obreras cuando los partidos comunistas desconocían el psicoanálisis. Además, fue pionero de los reclamos por anticonceptivos gratuitos, derogación de leyes contra el aborto, la homosexualidad, libertad sexual para la juventud,  modificación de leyes sobre matrimonio y divorcio. Para Reich eliminar las bases materiales que perpetúan la opresión de las mujeres resultaba necesario pero no suficiente: exigía una auténtica revolución en el ámbito de las relaciones sexuales. Al igual que ocurría con otras facetas de la vida, gran parte de las relaciones sexuales y personales estaban condicionadas por el tipo de sociedad que genera el sistema capitalista.

*Este artículo fue inicialmente publicado en la revista virtual La Barraca.



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miércoles, 28 de marzo de 2018

Esta es mi revolución

El feminismo militante


Daiana García
Brecha

La fertilidad de la militancia feminista en Uruguay acompaña un fenómeno internacional de características inéditas. Puertas adentro las diferencias ideológicas y generacionales marcan distintas formas de ponerle el cuerpo a la causa y reeditan el histórico debate entre la autonomía, la institucionalización y el rol del Estado. Pero hay una preocupación compartida: cómo llegar a los sectores populares.



Foto: archivo brecha
Como un río desbordado tras una tormenta, el pensamiento feminista cautiva hoy, quizás más que nunca, a mujeres de todas las generaciones, pero fundamentalmente a las más jóvenes. Esto tiene su espejo en el brazo militante que también se ensancha y diversifica. Pero aún no está claro cómo será el cauce del río. Dos grandes paradigmas parecen dividir a la militancia feminista en Uruguay: la autonomía o la institucionalidad. Las “autónomas”, un adjetivo que las define aunque no todas sientan que es el que mejor las representa, están nucleadas en la Coordinadora de Feminismos (CF), conformada en noviembre de 2014 como una secuela del I Encuentro de Feminismos de Uruguay.

En ella participan colectivos de mujeres (1) y mujeres a título personal. El segundo grupo está comprendido en la Intersocial Feminista (2) conformada el 8 de marzo de 2017 como una escisión de la CF e integrada por organizaciones de mujeres y mixtas, ya que no admite la participación individual. La militancia no se agota en estos dos espacios.

Existen organizaciones, como Mujer y Salud Uruguay (Mysu), que no participan de ninguno y otras que lo hacen en ambos. También hay diversos colectivos del Interior cuyo contacto con el capitalino es muy puntual, y está el Paro Internacional de Mujeres (Pim), cuya génesis es la que se adivina en su nombre, que actualmente se consolida como un lugar de coordinación, encuentro y acción, y aunque participa en algunas actividades de la CF, se define como independiente.

Esta geografía feminista en la que coexisten diferencias ideológicas, estratégicas e incluso generacionales, no ha logrado, hasta el momento, concretar un espacio de coordinación. Para la organización de la marcha de ayer acoplaron algunas acciones puntuales, pero con concepciones que parecen casi irreconciliables acerca de cómo aprovechar y gestionar la masividad esperada. Si colocar o no un estrado, si leer la proclama de forma colectiva o seleccionando a una vocera, y si hacerle o no reclamos al Estado fueron algunos de los principales desencuentros de cara al denominado “8M”.

Es casi un cliché decir que la izquierda progresista ya no enamora. El feminismo parece abrazar el mérito de conquistar ideológicamente y el principal desafío para las militantes parece ser cómo capitalizar esta efervescencia, o cómo traducir la masiva convocatoria en mejoras que resientan las desigualdades de género.

El estado de la materia


La concepción en torno al rol del Estado y cómo interactuar con él es uno de los parteaguas del feminismo. Mariana González Guyer, investigadora del área de género de la Facultad de Ciencias Sociales (Udelar), explicó en conversación con Brecha que el debate entre la autonomía, la institucionalización y el rol del Estado es “muy viejo” en el movimiento feminista: “es una discusión que tiene varias décadas y que ahora se reedita”. En Uruguay ya se esbozaba tímidamente en los primeros movimientos posdictadura, si bien en ese momento la institucionalidad feminista prácticamente no existía o era muy reciente (Cotidiano Mujer se creó en 1985).

Pero se instaló con fuerza en los noventa a partir de la histórica Conferencia sobre la Mujer, de las Naciones Unidas, realizada en Beijing. González entiende que esta discusión “implica una distancia difícil de reconciliar, porque determina con quién interactuás y la acción”. Soledad González (Cotidiano Mujer), una de las impulsoras de la creación de la Intersocial, afirma que su surgimiento tuvo que ver con la necesidad de “incidir políticamente” y hacerle reclamos concretos al Estado y al gobierno, y su objetivo es consolidarse como “un actor de peso”. En ese sentido, contó, dieron los primeros pasos al estudiar los textos de la última rendición de cuentas y luego lograron revertir algunos cambios de la ley integral sobre violencia de género que se habían introducido en la Cámara de Senadores y que eran “poco favorables”.

Si bien hay quienes reconocen en la CF rasgos anarquistas, no es una definición ideológica que sus integrantes levanten explícitamente. La mayoría parece reconocerse con el concepto de autonomía. Florencia y Verónica, dos de sus siete voceras, que prefirieron figurar sólo por sus nombres de pila, explicaron a Brecha que no buscan reclamarle nada al Estado, sino “hablarnos a nosotras mismas, desde el contacto. No tenemos una lista de reivindicaciones, tenemos una búsqueda que es transformar las relaciones entre mujeres”.

Su encare se propone “cambiar el foco”, no “hablarle a otros”, puntualmente al Estado, porque lo consideran una estructura que reproduce las lógicas patriarcales. La CF lleva adelante las “alertas feministas”, instancias situadas en el espacio público que se convocan cada vez que una mujer es asesinada por violencia de género. Esta forma de protesta es distinta a una marcha tradicional, el sentir es el clima predominante, con las performances, el “abrazo caracol” (una dinámica de abrazo colectivo) y la lectura de la proclama en forma grupal.

Para Florencia “es una lucha que te atraviesa, es mucho más que una lista de reivindicaciones”. Verónica redobla la apuesta. Explica que pedirle algo al Estado “es pensar que el cambio va suceder dependiendo de ellos, cuando nos den tal presupuesto, por ejemplo. No negamos que exista, pero apelamos a estas otras formas”. Lilián Celiberti, coordinadora de Cotidiano Mujer, define a este colectivo como “un feminismo que quiere interpelar al Estado respecto de sus responsabilidades”, pero “manteniendo la autonomía y la visión crítica, porque hay luchas concretas que exceden nuestra acción”.

En esa línea, González reconoce que hay cambios más de orden cultural que no dependen exclusivamente de las políticas públicas, pero relativiza al afirmar que hay problemas más urgentes. Pone como ejemplo las mujeres que sufren violencia en sus casas hoy: “Necesitan refugio, protección legal, trámites fáciles, campañas de comunicación estable, y para eso se necesita plata. Por eso nuestro foco es pedir recursos al Estado”.

Volver a la calle


Si hay un mérito que se les reconoce a las jóvenes integrantes de la CF es el retorno del feminismo al espacio público, con las alertas. En ocasiones, lamentablemente, más de una vez por semana. Algunas de ellas visualizan una dicotomía entre la presencia en las calles y hacer política tras los escritorios de las instituciones feministas. Mariana Menéndez, integrante de Minervas, un colectivo que articula a través de la CF, considera que el mapa de feminismos de los noventa, “muy encerrado en las políticas públicas y de género”, ha sido superado, en algún punto.

La militante considera que reconquistar el espacio público como lugar de encuentro y protesta “no es poca cosa, ante cuerpos que de noche tienen miedo de estar solos en la calle, es experiencia política, aunque se desestime desde las visiones más dogmáticas”. Aunque la prioridad de Minervas no ha sido la intervención en la agenda, Menéndez reconoce que “a veces hay que arrancarle cosas al Estado, o ponerle límites”; admite que el movimiento está madurando y quizás “mañana haya que hacerlo”. El empuje de las nuevas generaciones propone una nueva forma de hacer política, a través del cuerpo, si bien advierten que quizás no es entendida. La revalorización de los vínculos entre mujeres –en un sistema que abona la competencia– y la presencia en las calles son su motor.

Los billetes 

¿Cómo financiar una causa o generar conocimiento y evidencia sin dinero?, ¿cuál es el organismo que subvenciona y en qué medida condiciona las agendas?, son algunas de las interrogantes a la hora de pensar el financiamiento del movimiento feminista organizado. Desde los colectivos institucionalizados entienden que es difícil hacer política sin dinero; desde la CF repelen completamente la financiación que provenga de organismos internacionales (de donde surge la gran mayoría de los recursos de las organizaciones que reciben financiamiento) y prefieren apelar a la autogestión o a la solidaridad de los sindicatos.

Lilián Abracinskas, directora de Mysu, fundado en 1996, reconoce que “la institucionalidad de la lucha a través de las políticas de género ha sido débil y muy mezquina”, pero entiende que con la autoorganización no alcanza: no se logran los recursos para realizar campañas que impulsen políticas públicas o para monitorear al Estado. Si hay dinero es posible, además, remunerar a las personas que trabajan en estas instituciones. Abracinskas se pregunta por qué, si las mujeres cargan con la doble o triple jornada, deben trabajar gratis para la causa.

Los espacios feministas más distantes de la institucionalidad prefieren para sí mismos formas de financiación ajenas a organismos como las Naciones Unidas o la Unión Europea, por la carga simbólica y porque entienden que hay un riesgo de contaminar las agendas. Este tipo de subvenciones, explicó Celiberti, se genera a través de concursos de proyectos “transparentes”, y se financia al ganador sin modificar su propuesta. En 1995, ante la Conferencia sobre la Mujer, de Beijing, varias fueron las voces feministas que se alzaron en el mundo preo­cupadas por la “cooptación de la agenda”.

La ítalo-estadounidense Silvia Federici, por ejemplo, en su texto “Rumbo a Beijing. ¿Cómo las Naciones Unidas colonizaron el movimiento feminista?”, realiza un análisis de la influencia que tuvo este organismo en favorecer una neutralización y apaciguamiento del feminismo: “domesticó un movimiento que contaba con un enorme potencial subversivo y fuertemente autónomo (hasta el momento)”. Parece de Perogrullo que las actividades que hoy hacen los colectivos más institucionales no podrían sostenerse con bailes, rifas o colaboraciones de los sindicatos. Pero también que la financiación no es clave para las formas de militancia propuestas desde la CF.

De todas


Pero dentro del feminismo en Uruguay también hay concepciones compartidas: la oposición al punitivismo como respuesta a la violencia, la sensibilidad a la interseccionalidad con otras desigualdades (véase recuadro), la definición de izquierda y la importancia y la preocupación por un feminismo popular. En este sentido, Abracinskas reconoce que hay “un núcleo duro” de la sociedad al que aún no se llega con el feminismo. Es “un desafío”, porque es donde llegan, por ejemplo, “los sectores religiosos neopentecostales”, consolidando espacios en los que las mujeres “siguen reproduciendo lógicas de sometimiento”. Desde cada lugar se trabaja para que el feminismo no se convierta en algo que involucre exclusivamente a determinadas mujeres, generalmente universitarias y de clase media.

Cotidiano Mujer buscó reforzar su trabajo en el territorio, con líderes barriales, de cara al último Encuentro Feminista Latinoamericano (que llevó el sintomático lema “Diversas pero no dispersas”), está organizando un “tribunal popular” por el derecho a la vivienda y desarrolla actividades en la cárcel de mujeres. La necesidad de consolidar un feminismo desde bases populares es también desvelo de las autónomas. Menéndez, de Minervas, cuenta que uno de los ejes sobre los que se ha trabajado es la generación de una red de “feminismos desde abajo, junto a colectivos de base”, que incluyen la dinámica de hacer asambleas en barrios como Cerro y Casavalle.

La estrategia de ese feminismo “más de base”, explica, la han aprendido de la interacción con las argentinas, que tienen una importante tradición territorial. En el Pim también germina una organización popular. Hekatherina Delgado, una de sus representantes en Uruguay, lo define como un movimiento, “no como un colectivo”, que si bien desembarcó el año pasado con la plataforma de un paro internacional, hoy ha trascendido aquella instancia concreta. Para este 8 de marzo, contó, se realizaron desde enero asambleas en los barrios para “pensarse con autonomía”. Delgado advierte que hay una necesidad de que ese espacio se sostenga, “tenemos la inquietud de visibilizar voces que no están visibles, que nadie está procesando: las compañeras presas, las trans del Comcar, las manicomializadas”.

El Pim busca consolidarse como un “espacio transfeminista”, una corriente que comienza a emerger en Uruguay, la cual trasciende la visión binaria de otros feminismos: “les damos un lugar a los varones trans que no lo tienen en el movimiento”, ejemplificó. También es cierto que en los espacios populares la palabra “feminismo” suele generar algunas resistencias. Ilustrativo es el ejemplo del colectivo La Pitanga, que realiza un trabajo que podría enmarcarse dentro del feminismo, pero no lo sienten así todas las que participan de ese espacio.

La Pitanga trabaja la violencia de género con mujeres de la franja que va de Punta de Rieles a Villa García, fomentando redes solidarias de ayuda y contención mutua, generando herramientas de acompañamiento y promoviendo el empoderamiento de las mujeres de estos barrios.

Unidas y adelante

Pero la posibilidad de trazar un mapa feminista con una diversidad tan amplia era imposible de imaginar antes de 2014. Hoy, con un mismo fin último –eliminar las desigualdades de género–, los feminismos uruguayos conviven con escaso diálogo, pero admitiendo, quizás por lo bajo, que los caminos no son excluyentes y que, al final del día, “nos necesitamos todas”, en las calles, en los barrios, en el Parlamento, en la academia, en la cultura, en lo cotidiano. Amparo Ochoa cantaba ya en los años ochenta: “Mañana es tarde y el tiempo apremia/ Nos sirven estas mujeres de ahora” para ilustrar una sensación parecida a la que se respira hoy: este es el momento.

La búsqueda de la unidad y de algunos consensos emerge como preocupación, quizás con mayor ahínco en las generaciones más viejas, que ya piensan en el legado y en el rumbo que tomará el movimiento. Ellas creen que, en el feminismo, al igual que en muchos movimientos sociales, hay una crisis de representatividad y de confianza. Mientras tanto, la nueva camada desestima los liderazgos como forma de hacer política. En cualquier caso, la vitalidad del feminismo la determinará el hecho de permanecer en movimiento.
Notas:
(1) Los colectivos que articulan en la Coordinadora de Feminismos son: Minervas, Decidoras Desobedientas, Taller por la Liberación de la Mujer Célica Gómez, Encuentro de Feministas Diversas, Paro Internacional de Mujeres, y Amatistas.

(2) Los colectivos que integran la Intersocial Feminista son: Amnistía Internacional Uruguay; Área de Género de Fucvam; Asociación Civil El Paso; Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Humanos; Colectivo Ellas; Colectivo La Pitanga; Colectivo Ovejas Negras; Coordinadora Nacional Afro-Uruguaya; Cotidiano Mujer; Departamento de Jóvenes del Pit-Cnt; Diálogo Político de Mujeres Afrouruguayas; El Abrojo; Las Puñadito; Mujeres de Negro Uruguay; Mujeres en el Horno; Mujer Ahora; Nacer Mejor; Proderechos; Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica y Sexual; Red Canarias en Movimiento; Secretaría de Género, Equidad y Diversidad Sexual del Pit-Cnt; y Uafro Colectivos.
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Madres asesinas y buenos padres que matan

Violencia de mujeres & Violencia de género


Miguel Lorente Acosta
Miguelorente

Análisis del autor sobre el mediático caso del asesinato por parte de Ana Julia Quezada, del niño Gabriel Cruz, el manipuleo que hace el machismo para equiparar la violencia que ejercen algunas mujeres con la violencia de género.

Entre los hechos y la realidad está el significado, que es lo que permanece y da sentido a la historia de cada día. Los acontecimientos sólo son la inspiración para redactar el relato, las referencias necesarias que permiten escribir el tiempo con continuidad y sin sobresaltos que rompan el sentido de lo vivido hasta el presente y el mañana esperado. Y esta situación que se observa en la forma de escribir la historia sobre el pasado y transmitirla, de manera especial a la hora de interpretar los conflictos, guerras, victorias y derrotas, sucede cada día en aquellos hechos que de una manera u otra tienen impacto directo en la forma de organizarnos y relacionarnos sobre las ideas, valores, creencias, mitos… que se han adoptado y considerado adecuadas para convivir.

Es lo que sucede con a violencia de género, una violencia estructural que surge de la propia “normalidad” que la cultura machista ha establecido y ha cargado de justificaciones para que sea interpretada como algo propio de las relaciones de pareja, no en el sentido de que sea una conducta “obligada”, pero sí bajo la idea de que “puede suceder”, y que si aparece es reflejo del “amor” y la “preocupación” que siente el hombre ante ciertas actitudes y conductas de la mujer que “pueden afectar a la pareja o a la familia”. Bajo esa idea, la violencia de género no se presenta con el objeto de dañar, sino de corregir algo que se ha alterado.

Lo vemos cuando la Macroencuesta de 2015 recoge que el 44% de las mujeres que no denuncian dicen no hacerlo porque la violencia sufrida “no es lo suficientemente grave”, cuando en el Eurobarómetro de 2010 un 3% de la población de la UE dice que hay motivos para agredir a las mujeres, o cuando el 30% de la adolescencia de nuestro país afirma que cuando una mujer es maltratada se debe a que “ella habrá hecho algo”. Y hablamos de una violencia que cada año asesina a una media de 60 mujeres, maltrata a 600.000, y permite que unos 840.000 niños y niñas sufran su impacto al vivir expuestos en los hogares donde el padre la lleva a cabo, ¡un 10% de nuestra infancia! (Macroencuesta, 2011).

A pesar de esa terrible y dramática situación para una sociedad, sólo alrededor del 1% de la población considera que se trata de un problema grave (CIS). Y no es casualidad que sea tan bajo, sino consecuencia del significado que se da a esta violencia, la cual es presentada como un descontrol producto de hombres con problemas con el alcohol, las drogas, alguna enfermedad mental o un trastorno psíquico. Sobre esta situación estructural, además, desde la “normalidad” machista se lanza una estrategia de confusión que busca mezclar todas las violencias y reactualizar los mitos para seguir construyendo la realidad sobre el significado que ellos deciden.

El ejemplo más cercano lo tenemos en el asesinato cometido por Ana Julia Quezada sobre el niño Gabriel Cruz, un hecho terrible que comprensiblemente levanta todo el rechazo hacia su autora. La crítica, incluso en sus expresiones más emocionales, es perfectamente entendible como parte de los sentimientos que se han visto afectados por unos hechos y unas circunstancias tan dolorosas como las que se han vivido. Ese no es el problema, lo que sorprende es la bajeza de quienes lo utilizan y lo instrumentalizan para intentar, una vez más, confundir y cuestionar la violencia contra las mujeres a través de una doble estrategia: Por un lado, generar confusión sobre las diferentes violencias y tratar de reducirlas sólo a su resultado, es decir, a las lesiones que ocasionan y a la muerte para concluir que todo lo que termina en el mismo final tiene el mismo sentido, algo que es absurdo.

Sería como afirmar que todas las hepatitis son iguales y deben tratarse de la misma forma, sin considerar si son tóxicas o infecciosas, sin dentro de estas son producidas por bacterias o por virus, y dentro de las víricas si están ocasionadas por un tipo de virus u otro. Y por otro lado, presentar la violencia que llevan a cabo las mujeres como consecuencia de la maldad y la perversidad que la cultura les ha otorgado con mitos como el de “Eva perversa” o “Pandora”. En cambio, con la violencia que llevan a cabo los hombres ocurre lo contrario, ellos son los “buenos padres” que utiliza el Derecho como referencia para aplicar la ley, y por lo tanto, cuando agreden o matan es por el alcohol, las drogas o los trastornos mentales.

La crítica a la que está siendo sometida Ana Julia Quezada no se ha visto con ningún hombre asesino, ni siquiera con José Bretón, que asesinó a sus dos hijos y los quemó hasta casi hacerlos desaparecer dentro de un plan elaborado hasta el más mínimo detalle. Es más, incluso en el juicio hubo un informe pericial psiquiátrico y psicológico que lo presentaba como una “víctima”. Con Ana Julia Quezada ocurre lo contrario, cada día se profundiza más en su “maldad y perversidad”, se ha viajado a República Dominicana para buscar referencias sobre su “perversidad original” y para que su propia familia se pronuncie sobre la situación y su condición.

Hasta el auto judicial se refiere a ella como la responsable de un “plan criminal” con “malvada voluntad”. Y mientras que la crítica es entendible y las reacciones son comprensibles ante el dolor que ha generado el asesinato de Gabriel, lo que sorprende es que la reacción ante los asesinatos de otros niños no haya generado ese rechazo hacia los hombres que los asesinaron, ni se haya buscado testimonios críticos en sus entornos, todo lo contrario, aún permanecen en algunos casos las palabras de sus vecinos hablando de ellos como “hombres normales y buenos vecinos”.

Pero nada de eso es casual y por eso la situación va más allá en la instrumentalización que hace el machismo para hablar de mujeres asesinas, y especialmente de madres que asesinan. Esa es la razón que dio lugar a que desde los primeros días tras conocerse el asesinato de Gabriel salieran noticias y asaltaran las redes sociales con el argumento de que “las madres matan más que los padres”, y todo para atacar la Ley Integral contra la violencia de género y los avances en Igualdad. Una actitud que demuestra esa bajeza moral del machismo y su afán en escribir la realidad con el significado que los hombres han decidido.

Cuando se toman estudios científicos amplios, es decir, no circunscritos a un tiempo reducido, que siempre se puede ver afectado por circunstancias del momento, se demuestra que los padres matan más que las madres, algo que tenemos la responsabilidad de conocer para adoptar medidas preventivas y no alimentar los mitos existentes. En el informe de Save the Children sobre los últimos 100 casos de muertes violentas no accidentales de niños y niñas, 36 fueron homicidios cometidos por los padres y 24 por las madres.

 Otros estudios internacionales que analizan un número amplio de casos recogen que mientras que los homicidios de las madres y madrastras tuvieron una tasa anual de 29’2 niños/niñas por millón, en los cometidos por los padres y padrastros la cifra fue de 67 niños/niñas por millón (V. Weekes-Shackeldford y T. Shackeldford, 2004); y en el trabajo de Harris et al. (2007) los padres asesinaron al 39’1% de los menores, mientras que las madres lo hicieron sobre el 33’6%. La propia OMS, en su Informe Mundial sobre Violencia (2002), recoge que los padres son los responsables de la violencia más grave y comenten más homicidios y violencia sexual sobre los hijos e hijas.

Lo hemos repetido multitud de veces y desde hace años, la violencia es llevada a cabo por hombres y mujeres, pero la construcción cultural que lleva a normalizar, invisibilizar y justificar la violencia bajo las referencias de la cultura, esa violencia conocida como “violencia de género”, es cometida por los hombres, unos “buenos padres” que “matan fuera de control”, según los mitos y estereotipos establecidos.

Este significado no se le da a la violencia ejercida por las mujeres, ellas no son “buenas madres que matan”, todo lo contrario, se presenta como producto de la maldad y perversidad que llena la conciencia de las mujeres, tal y como vemos estos días.

 Al final la historia se escribe sobre el significado que se da a los hechos, y para el machismo está claro, mientras que las madres asesinan desde su condición de maldad, los padres, que ya parten de la condición de “buena paternidad”, lo hacen porque hay algo que les hace perder su bondad y control.





Fuente: https://miguelorenteautopsia.wordpress.com/2018/03/18/madres-asesinas-y-buenos-padres-que-matan/amp/?__twitter_impression=true 




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